El Cardenal Beniamino Stella, enviado a Cuba para celebrar los 25 años de la visita de San Juan Pablo II, dijo que el Papa Francisco desea mucho la liberación de los jóvenes detenidos por manifestarse en las calles el 11 de julio de 2021.
En diálogo con la prensa, el Cardenal italiano señaló el miércoles que "el Papa desea mucho que haya una respuesta positiva (de parte del gobierno). Es importante que los jóvenes que en un momento manifestaron su pensamiento, de la forma que conocemos, puedan volver a sus casas".
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El enviado vaticano indicó que se reunió con el Pontífice el 7 de enero y, "obviamente, ha sido un tema de nuestra conversación. Yo creo que el tema está ahí sobre la mesa". La liberación de los jóvenes puede llamarse "amnistía, clemencia. Las palabras pueden ser también secundarias", añadió.
El Cardenal Stella participó el miércoles en un evento en la Universidad de La Habana, donde reposan los restos del Venerable P. Félix Varela. En el acto participaron el presidente Miguel Díaz-Canel y otras autoridades cubanas.
El 11 de julio de 2021 (11J), decenas de miles de cubanos salieron a las calles de varias ciudades de Cuba para exigir libertad y un cambio en la dirección del país. Se trató de la mayor manifestación en más de 60 años de dictadura comunista.
Sin embargo, el régimen de Miguel Díaz-Canel respondió con represión y con la detención de miles de personas, mayormente jóvenes. En los días siguientes, agentes del gobierno ingresaron a las casas para arrestar a cualquiera que hubiese compartido imágenes de las protestas en las redes sociales, incluyendo a menores de edad.
A más de año y medio de las manifestaciones, todavía hay personas que esperan ser enjuiciadas, mientras otras han sido sentenciadas a penas que superan los diez años de cárcel.
Para inicios de febrero, dos tribunales de La Habana condenaron a 18 manifestantes a penas que van de los cuatro años de trabajo correccional, sin internamiento, hasta los 12 años de prisión.
Otros 24 manifestantes fueron condenados, entre el 23 y 26 de enero, a penas que alcanzan hasta los 15 años de cárcel.
En el 2010, la Iglesia Católica medió en la excarcelación de los últimos presos políticos que quedaban de la Primavera Negra de 2003, varios de los cuales fueron exiliados.