Mons. Alberto José González Chaves, sacerdote español de la Arquidiócesis de Toledo y ex funcionario del Vaticano, reflexionó sobre la importancia que Benedicto XVI le dio a la adoración eucarística.
En una entrevista concedida a EWTN Noticias, Mons. González explicó que para Benedicto XVI "la adoración es vida porque su vida realmente fue una adoración".
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El sacerdote español recordó que el fallecido Pontífice ponía en primer lugar "la primacía y absoluto protagonismo de Dios" y la necesidad de que los hombres se vuelvan hacia Él.
Mons. González, quien fue nombrado Capellán de Su Santidad en 2011, recordó que Benedicto XVI consideraba que la adoración es "una transformación con aquel con el cual nos fundimos" a través de la sagrada Comunión en la Santa Misa.
Por eso, el también Doctor en Teología Espiritual destacó el cuidado con el que el Pontífice oficiaba la Eucaristía.
"Había que verle celebrar la Santa Misa. Con cuánta unción, con qué delicadeza, con qué visible celo hacía las genuflexiones a sus más de 80 años", resaltó.
Además, hizo hincapié en la importancia que le daba a recibir la Comunión de rodillas y en la boca como una forma de enfrentarse "a la desacralización, o incluso protestantización de la Eucaristía, de la que hablaba San Juan Pablo II en su encíclica Ecclesia de Eucharistia".
El sacerdote, autor de libros espirituales como "Jesús en la Eucaristía. ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?", explicó que Benedicto XVI "inauguró e hizo suyo un nuevo formato para la Jornada Mundial de la Juventud" en que el protagonista no es el Papa ni los jóvenes, sino Jesús.
Este protagonismo se vio reflejado en una anécdota que se vivió durante la JMJ en Madrid, España, cuando el programa del Papa se suspendió durante algunos minutos debido a un fuerte "huracán" que sopló en Cuatro Vientos, lugar donde se celebraba la Misa de clausura del evento.
"Él prefirió omitir el discurso que tenía preparado a los jóvenes con tal de no suprimir la adoración eucarística. Y estuvo allí otra media hora larga, postrado ante la magnífica custodia de Arfe de la Catedral de Toledo", recordó.
Mons. González también detalló que la custodia "se trasladó en aquella ocasión para visibilizar y presentar mejor la importancia soberana de la Eucaristía, para la cual el hombre ha hecho no un objeto de barro o de madera, sino de oro y piedras preciosas".
El sacerdote español, que trabajó en la Congregación para los Obispos en el Vaticano desde 2006 hasta 2013, destacó que con esta custodia la Iglesia, sin abandonar a los pobres, quiso dar a Dios lo mejor que tenía.
"Todo esto le interesaba mucho a Benedicto XVI visualizarlo -indicó Mons. González-, pero no como una escenificación nostálgica o esteticista, sino para poner en el centro de la Iglesia a quien es verdaderamente su centro", es decir, "Jesús, muerto y resucitado, vivo de corazón palpitante, presente en la Eucaristía que pide nuestra adoración".
"Por eso digo que en Benedicto la adoración, más que una enseñanza o un empeño, es vida", concluyó.