Al continuar con su viaje apostólico en África, el Papa Francisco escuchó los testimonios de tres menores de edad que viven en campos de desplazados internos (refugiados) en Sudán del Sur.
El Santo Padre está realizando una "peregrinación ecuménica de paz" junto al arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia Anglicana, Justin Welby, y el moderador de la asamblea general de la Iglesia de Escocia, Iain Greenshields.
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Una pequeña parroquiana de la Santísima Trinidad que vive en el campo de Yuba, Nyakuor Rebecca, agradeció al Papa "a nombre de los niños de Sudán del Sur" por su visita, y señaló que "es un buen guía porque, a pesar de su dolor de rodilla, vino a estar con nosotros, trayendo esperanza y un mensaje de paz".
"Sabemos que ama a los niños y que siempre dice que somos importantes para nuestro país y para la Iglesia", afirmó.
En esta línea, la niña le dijo al Santo Padre: "nosotros también le queremos. Gracias por el amor que nos tiene".
"Continúa enseñándonos a ser amigos de Jesús y sigue hablando a nuestra gente para que todos podamos vivir juntos en paz", solicitó.
Finalmente, la niña le pidió al Pontífie que imparta en el nombre de Jesús "una bendición especial para todos los niños de Sudán del Sur, para que podamos crecer juntos en paz y amor".
"Gracias por ser un gran mensajero de Dios. No olvideremos nunca este día", exclamó.
Por su parte, Johnson Juma Alex, de 14 años, relató que vive en un campo localizado en Malakal con su papá y su mamá, quienes no tienen trabajo.
El adolescente describió que debido a las destrucciones en su ciudad tuvieron que huir al campo.
"Queremos la paz para que la gente pueda regresar a la ciudad de Malakal, a sus hogares… Muchos niños no van a la escuela porque no hay suficientes profesores ni escuelas para todos. Quisiera tener un buen futuro, donde reine la paz y los niños puedan ir a la escuela",
A pesar de reconocer que la vida en el campo "no es buena", el joven agradeció a las Naciones Unidas por darles "protección y alimentos".
Por último, Joseph Lat Gatmai, de 16 años, vive en el campo de Bentiu, en donde ha crecido porque se encuentra allí desde hace más de ocho años.
"Mi vida en el campo no es agradable y me preocupa cómo será en el futuro, incluida la de los demás niños... Si hubiera habido paz, me habría quedado en mi casa, habría vivido una vida mejor y habría disfrutado de mi infancia", subrayó.
De este modo, el joven pidió a las autoridades del país que trabajen a favor de la "paz, amor, unidad y prosperidad duraderos", y a los líderes religiosos a continuar rezando "por una paz definitiva en Sudán del Sur".
"¡Qué Dios escuche nuestras oraciones!", concluyó.