En el encuentro que el Papa Francisco mantuvo en la mañana de este sábado con los religiosos de Sudán del Sur, un sacerdote y una religiosa compartieron su testimonio y contaron cómo la Iglesia se mantiene en pie a pesar de los asesinatos y la escasez, fruto de la guerra civil que asola el país.
La Iglesia resiste
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El primero en dar su testimonio ante la atenta mirada del Papa Francisco y los religiosos presentes en la Catedral de Santa Teresa fue el P. Luka Hassan Arnu, quien contó que, "a pesar de vivir con la guerra civil y todos los daños consiguientes, ¡la Iglesia nunca ha dejado de desempeñar su papel sacerdotal, profético y pastoral!".
En esta línea, afirmó que la Iglesia, mediante la fuerza del Espíritu y el ministerio de obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas y fieles laicos, "sigue proclamando el Evangelio de Jesucristo".
"A través de sus instituciones pastorales, sanitarias y educativas, la Iglesia coordina y ofrece servicios a su prójimo, a pesar de sus limitados recursos", explicó.
A continuación, se dirigió al Santo Padre para contarle algunos de los retos a los que se enfrenta la Iglesia en el país, como son el ateísmo sistémico, los conflictos tribales, el hambre o la falta de trabajo.
Todo ello, señaló, se debe a la guerra civil "y a la falta de voluntad de nuestros líderes políticos para trabajar juntos por la paz"
Por último, pidió que el Señor, "con esta histórica visita, toque los corazones sudaneses y nos traiga una paz duradera"
Misioneras asesinadas
Sor Regina Achan comapartió el desgarrador relato de dos monjas que fueron asesinadas en el país víctimas de una emboscada el 16 de agosto de 2021.
Se trata de Sor Mary Daniel Abut y Sor Regina Roba Luate, misioneras de Sudán del Sur que perdieron la vida cuando regresaban de la celebración del centenario de Nuestra Señora de la Asunción.
Ambas religiosas pertenecían a la Congregación de las Hermanas del Sagrado Corazón, cuya casa madre es la Misión Loa y eran originarias de Sudán del Sur.
La hermana Mary Abut había sido elegida Superiora General en dos ocasiones, y como educadora, había sido directora de la escuela primaria de Usratuna, en Yuba. En el momento de su muerte residía en la comunidad de Kator.
"En la sencillez de la Superiora General -contó Sor Mary Daniel en su testimonio-, había dedicado esos 12 años a trabajar como sacristana en la iglesia de San Miguel, lavando, barriendo y limpiando la iglesia".
Además, en la Congregación estaban enfocadas en la educación de las niñas rescatadas que cuidaban en orfanatos, y la misionera que perdió la vida "quería construir una biblioteca para los alumnos de la escuela primaria Usratuna de Yuba. Esperamos que todo esto se haga realidad en su memoria".
Por su parte, Sor Regina Roba se había formado como enfermera en la Escuela de Enfermería de Nsambya, en Kampala (Uganda), y trabajó como enfermera y funcionaria sanitaria en varios lugares de Sudán del Sur.
En el momento de su muerte, daba clases y formaba a enfermeras en el Instituto Católico de Formación Sanitaria de Wau.
"Su sueño era construir un centro de maternidad en Yuba. Esperamos, con la ayuda de buenos samaritanos, construir una clínica de obstetricia en su memoria", señaló la religiosa.