Cada 3 de febrero, la Iglesia celebra el día de San Blas, el patrón de las enfermedades de garganta. Lo que muy pocos saben es que parte de su propia garganta se guarda como reliquia en una iglesia ubicada en una de las calles más emblemáticas de Roma.
En el número 63 de la histórica Via Giulia de Roma se encuentra la iglesia de San Biagio (San Blas), que desde el siglo XIX es el templo al que asisten los armenios católicos en la capital italiana.
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En el interior del templo se hallan las reliquias de la garganta de San Blas, el patrón de las enfermedades de garganta y muy conocido en su tiempo por haber obrado numerosas curaciones milagrosas.
Cuenta la tradición que cierto día San Blas salvó a un niño que se había atragantado con una espina de pescado. Por ello surgió la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta, y por eso también es patrono de los otorrinolaringólogos.
Además, de acuerdo a las Actas de San Blas, fue condenado a morir por ahogamiento, pero, cuando fue arrojado a las aguas, el santo empezó a caminar sobre ellas, repitiendo el milagro que hizo Jesucristo.
Tradición del pan bendecido en la fiesta de San Blas
A esta iglesia romana donde se guardan las reliquias del santo se le suele llamar también “San Biagio della Pagnotta” (San Blas de la barra de pan).
Este curioso nombre se le concede debido a que cada año, en el día de la fiesta del santo, se reparten pequeños panes bendecidos sobre todo a los más desfavorecidos.
Además, en la región de Lombardía, al norte de Italia, y especialmente en la ciudad de Milán, existe la tradición de comer cada 3 de febrero un trozo de panettone, el dulce navideño típico italiano.
Esto se debe a una leyenda que ha ido pasando de generación en generación, y que cuenta la historia de una campesina que pidió a su párroco que le bendijera un panettone antes de la Navidad.
Debido a que la mujer no volvió a por el dulce, el sacerdote terminó por comérselo. Sin embargo, meses después, la mujer regresó a la parroquia para recoger su panettone bendecido.
El sacerdote, al ir a entregarle lo poco que quedaba del dulce, de pronto vio que estaba entero e incluso parecía más grande que el anterior. Era un 3 de febrero, día de San Blas.
Desde entonces, los italianos tienen la costumbre de reservar un trozo de panettone durante Navidad que conservan hasta el día de San Blas.
Este día, los fieles llevan el pan dulce a la iglesia, y normalmente durante la primera Misa de la mañana el sacerdote bendice el panettone restante. Después de la Misa, suelen comerlo en familia para bendecir la garganta y la nariz.