En el marco de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el Papa Francisco se dirigió a los consagrados y destacó su "papel peculiar", que deriva "del don particular que habéis recibido: un don que da a vuestro testimonio un carácter y un valor especial".
A las 18:00 (hora de Roma) de este jueves 2 de febrero, tuvo lugar una celebración eucarística con motivo de la XXVII Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
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La Misa fue celebrada por el Cardenal João Braz de Aviz, prefecto del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
Al final de la Eucaristía, el Purpurado leyó una carta que el Papa Francisco les había escrito a todos los consagrados.
En su misiva, el Santo Padre recordó que el tema de la Jornada de este año es "Hermanos y hermanas para la misión", y precisó que "todos somos miembros de la Iglesia".
En esta línea, subrayó que "la Iglesia está en misión desde el primer día, enviada por el Señor resucitado, y lo estará hasta el último, por la fuerza de su Espíritu".
"Y en el Pueblo de Dios, enviado para llevar el Evangelio a todos los hombres, vosotros, personas consagradas, tenéis un papel peculiar, que deriva del don especial que habéis recibido", resaltó el Papa.
A continuación, explicó que este don "da a vuestro testimonio un carácter y un valor especiales, por el hecho mismo de que sois enteramente dedicados a Dios y a su Reino, en pobreza, virginidad y obediencia".
"Si en la Iglesia cada uno es una misión, todos y cada uno de vosotros lo sois con una gracia propia de persona consagrada".
El Papa Francisco explicó que, además de "este don fundamental", la misión de los consagrados "se enriquece con los carismas de vuestros institutos y sociedades".
"Todos los carismas son para la misión, y lo son precisamente con la riqueza incalculable de su variedad; para que la Iglesia pueda testimoniar y anunciar el Evangelio a todos y en todas las situaciones".
El Pontífice recordó asimismo que hoy celebramos la Presentación del Señor en el Templo, y pidió "que la Virgen María nos obtenga la gracia de que nuestra vida de consagrados sea siempre una fiesta del encuentro con Cristo".
"Queridos hermanos, estoy cerca de vosotros y os doy las gracias por lo que sois y por lo que hacéis. Rezo por vosotros y os animo a seguir adelante en vuestra misión profética", concluyó el Papa Francisco.