Si bien la Agenda 2030 enuncia una serie de objetivos que pueden ser compartidos en su mayoría por los católicos, no es menos cierto que también genera polémica y controversia, pues colisiona en aspectos esenciales con la doctrina de la Iglesia Católica.

1. ¿Qué es la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible?

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La Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible es un plan de acción no vinculante aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 25 de septiembre de 2015. Se articula en torno a 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas que quieren cumplirse en un plazo de 15 años.

Entre esos ODS se encuentran: Fin de la pobreza, Hambre cero, Salud y bienestar, Energía asequible y no contaminante, Igualdad de género y Reducción de desigualdades.

2. ¿Ha participado la Iglesia Católica en la creación de la Agenda 2030?

Este plan se forjó en diversos debates sostenidos en las Naciones Unidas. En ellos participó la Iglesia Católica a través de su Observador Permanente ante la ONU.

La figura del Observador Permanente, con la que cuenta el Vaticano desde 1964, significa que la Santa Sede no es miembro de derecho pleno de la ONU, pero sí forma parte de ella como Estado observador. En ese sentido, participa en sus debates aportando ideas, pero no tiene derecho a voto. 

Por tanto, la Iglesia Católica ha tomado parte en las discusiones y coloquios que precedieron a la Agenda 2030, pero no los ha aprobado de forma oficial. 

Así lo ha explicado recientemente el hoy Nuncio Apostólico en España, Mons. Bernardito Auza, que antes ejerció su labor diplomática como Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas justo en esos momentos, desde el año 2014 hasta 2019.

En particular, la Santa Sede participó de forma activa a lo largo de casi dos años y medio. Lo hizo en el Grupo de Trabajo Abierto de la Asamblea General sobre los ODS. También en las negociaciones entre los Estados sobre la llamada agenda de desarrollo post-2015.

3. ¿Qué ha dicho el Papa Francisco sobre la Agenda 2030?

El 25 de septiembre de 2015, el Pontífice fue invitado a intervenir en la Asamblea General de las Naciones Unidas con motivo del 70 aniversario de su fundación. 

En su alocución, el Papa Francisco señaló que "la adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en la Cumbre Mundial, que comienza hoy, es una importante señal de esperanza".

Sin embargo, añadió, "los compromisos solemnes no son suficientes, aunque son un paso necesario hacia las soluciones". En este sentido afirmó que "debemos evitar toda tentación de caer en un nominalismo declaracionista que tranquilice nuestras conciencias". 

En consecuencia, el Papa afirmó que el indicador "más simple y mejor" sobre su implementación será "el acceso efectivo, práctico e inmediato, por parte de todos, a los bienes materiales y espirituales esenciales".

Esto implica reconocer que los pilares del desarrollo integral "tienen un fundamento común, que es el derecho a la vida", así como "a la existencia de la propia naturaleza humana", expuso el Papa. 

4. ¿Respalda la Iglesia Católica la Agenda 2030 en su totalidad?

Mons. Bernardito Auza ha explicado que "los objetivos de la Agenda 2030 son muy compartidos", en referencia a terminar con la pobreza y el hambre, dar educación a todos, consolidar la paz, la justicia y el diálogo o salvar el planeta.

Sin embargo, también ha resaltado que aunque "hay muchas personas que piensan que la Santa Sede está completamente de acuerdo con la Agenda 2030", en realidad "no es así, por supuesto". 

5. ¿Cómo ha expresado la Santa Sede sus precauciones respecto de la Agenda 2030?

La Iglesia Católica, a través de su Observador Permanente ante las Naciones Unidas, ha hecho aclaraciones y expuesto sus reservas sobre conceptos o procedimientos de la Agenda 2030. 

De forma destacada, según explicó Mons. Auza, la Santa Sede se ha referido a aspectos sobre la concepción del hombre, su naturaleza y dignidad; la comprensión integral de la sexualidad; el derecho a la vida y la protección de la familia; o la importancia de los fundamentos del derecho en la interpretación y la puesta en marcha de la Agenda 2030.

Todo ello lo hizo durante los debates preparatorios y con posterioridad de diversas formas ante las Naciones Unidas. De entre todas ellas, destaca la nota que la Santa Sede publicó con motivo del primer aniversario de la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.  

En ella se establecen unos principios generales y un detallado análisis de las reservas más relevantes.

6. Principios generales de la Santa Sede respecto de la Agenda 2030

Del primer grupo, el entonces Observador Permanente ante las Naciones Unidas, Mons. Auza, señala en su nota que la Santa Sede entiende que la compresión del desarrollo humano integral exige "el reconocimiento de una ley moral inscrita en la propia naturaleza humana".

Luego indica que "los derechos humanos se derivan de una comprensión correcta de la naturaleza humana, la persona humana, la dignidad humana inherente y la ley moral". 

También apoya el reconocimiento de "los pobres como agentes dignos de su propio destino", porque el desarrollo humano integral "no puede imponerse". 

Mons. Auza considera además importante que la Agenda 2030 entienda la necesidad de proporcionar medios materiales y espirituales "para que una persona pueda vivir dignamente".

En términos prácticos, explica el documento de la Santa Sede, esto significa "libertad religiosa y educación, así como alojamiento, trabajo, tierra, alimentación, agua y atención médica". 

La carta también considera como principios generales a tener en cuenta la justicia, el derecho a la educación "a la luz del destino trascendente de la persona humana", el respeto al estado de derecho, la resolución pacífica de controversias, el servicio a los demás y al bien común, y la construcción de los cimientos de la fraternidad universal. 

7. Las principales aclaraciones y reservas de la Santa Sede a la Agenda 2030

Más allá del respaldo a "la mayoría de los objetivos y metas enumerados", la Santa Sede ha expresado asimismo sus principales aclaraciones y sus grandes reservas frente a este plan de acción de las Naciones Unidas. 

Interpretación "de buena fe"

Para la Santa Sede, la Agenda 2030 ha de ser interpretada "de buena fe, según el sentido corriente de los términos en su contexto". 

Además, se deben tener en cuenta "el concepto de bien común" así como "los principios de solidaridad y subsidiariedad que se reflejan explícitamente en la Agenda 2030, en una variedad de formas".

También ha de considerarse la soberanía nacional, la integridad territorial y la independencia política de los Estados para la aplicación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. 

Objeto

La Santa Sede recuerda que la Agenda 2030 se compromete a erradicar la pobreza sobre la base de la "centralidad de la persona humana como sujeto principal" y con el objetivo declarado de que "nadie se quedará atrás". 

La Iglesia Católica considera que "es en esta perspectiva que debe leerse toda la Agenda 2030, y esto incluye el respeto al derecho a la vida de la persona, desde la concepción hasta la muerte natural". 

Centralidad de la persona humana y sexualidad

La Agenda 2030 recoge en su preámbulo que "la persona humana es el sujeto primario responsable del desarrollo". Para la Santa Sede esto implica "una conciencia creciente de nuestra naturaleza", de su dimensión trascendente, así como el respeto por el cuerpo "en su feminidad o masculinidad".

En este sentido, se subraya que "la sexualidad debe vivirse de acuerdo con la dignidad de cada persona, que no tiene derechos sexuales individuales".

Dignidad humana

Respecto de los diversos usos que se hace en la Agenda 2030 sobre el concepto de dignidad, la Santa Sede la entiende en el ser humano como "inherente e inalienable", un "valor trascendente de la persona" del que se derivan derechos y deberes. 

Respecto de las condiciones de vida dignas, la Iglesia aclara que las relaciona con el concepto de bien común.

Ello alude a "una evaluación objetiva de un acceso relativamente completo y fácil al conjunto de condiciones de la vida social dirigidas al desarrollo integral y realización genuina". 

Género y empoderamiento

La Santa Sede defiende que la mujer tiene un papel especial en el desarrollo humano integral vinculado a su "presencia única en la creación de la vida".

De ello se deduce que debe ser protegida de la violencia psicológica y física presente "a través de todas las formas de aborto". 

Por otro lado, "la Santa Sede enfatiza que cualquier referencia a 'género', igualdad de género' e 'igualdad de género y empoderamiento de mujeres y niñas' se entiende de acuerdo con el uso ordinario y generalmente aceptado de la palabra 'género' basado en el origen biológico".

Al tiempo, señala que la expresión "promoción de la mujer" debe entenderse como respeto a su dignidad. Esta "es difícil de lograr sin la 'promoción de los hombres', lo que se explica "en el sentido de alentarlos y apoyarlos para que sean esposos y padres responsables y asuman sus responsabilidades".

Salud, procreación y aborto

La Santa Sede entiende que el término "vida saludable" ha de incluir a "los más vulnerables, los no nacidos, los enfermos, los discapacitados, durante todas las etapas del desarrollo".

El derecho a la salud "nunca podrá ser utilizado como medio para acabar con la vida de una persona, que lo es desde la concepción a la muerte natural". 

Respecto de los términos "salud sexual y reproductiva" y "derechos reproductivos", la Santa Sede afirma que "son problemáticos ya que oscurecen la dimensión trascendente de la procreación humana". 

También rechaza las interpretaciones que consideran que estos términos incluyen el aborto, la maternidad subrogada y la esterilización. 

En este punto se critica que haya estados que aprovechen los programas de desarrollo para imponer políticas proabortistas. 

Por otro lado, se reivindica que la atención sanitaria debe respetar la dignidad humana y "los protocolos éticos y médicos basados en la recta razón, así como la libertad de religión y el derecho a la objeción de conciencia". 

Derechos y deberes de la familia

La Santa Sede subraya que si la persona humana está en el centro de la Agenda 2030 significa que la familia "basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, está también en el centro".

Además, puntualiza que "a efectos del derecho internacional, debe hacerse una distinción entre la familia como 'unidad de la sociedad' y 'hogar'".

Para la Iglesia Católica el término "hogar" abarca una serie de situaciones diversas que requieren de una atención por parte de los Estados. Sin embargo, puntualiza, esto "nunca debe desmerecer la protección especial que ha de otorgarse a la familia, que es la unidad natural y fundamental de la sociedad como sujeto de derechos y deberes previos al Estado".

Derechos y deberes de los padres

En este apartado, la Santa Sede expone que "no puede respaldar métodos de planificación familiar", pues producen la separación de "las dimensiones esenciales de la sexualidad".

Además, se advierte contra "toda coerción y presión de las autoridades públicas" sobre el número de hijos y el espaciamiento de los nacimientos", al tratarse de decisiones que solo atañen a los padres.

La Santa Sede también ha subrayado "los derechos prioritarios de los padres de educar a sus hijos de acuerdo con sus creencias religiosas y morales".

Esto incluye "las dimensiones del amor humano y asuntos relacionados con la naturaleza de la sexualidad, el matrimonio y la familia". 

Libertad de religión

La Iglesia Católica destaca que la referencia a la Agenda 2030 a "la pobreza en todas sus formas" ha de incluir también el componente espiritual. En este sentido, enfatiza que "la dimensión religiosa no es una 'subcultura sin derecho a voz en la plaza pública'". 

Subraya además que las cuestiones sobre libertad religiosa, libertad de conciencia y diálogo interreligioso deben ser prioritarias "teniendo en cuenta las atrocidades contra los cristianos y otras minorías religiosas.

Desarrollo humano integral

La Santa Sede pone el foco en que "el éxito de la Agenda 2030 depende de ir más allá del lenguaje económico y estadístico".

Así, entiende que "las consideraciones de dimensión moral, espiritual y religiosa no pueden ser ignoradas sin perjuicio grave".

La Santa Sede considera además que la expresión "desarrollo humano integral" es más amplia y acertada que la de "desarrollo sostenible", aunque lo contiene.