Este lunes 30 de enero, el Papa Francisco recibió en el Vaticano a la Federación Italiana de Voleibol, a quienes mostró 3 lecciones de vida que puede enseñar este deporte. 

Al comienzo de su discurso, el Santo Padre defendió que "el deporte debe estar siempre al servicio de la persona y de la sociedad y no de intereses o lógicas del poder". A continuación, destacó algunas lecciones que enseña un deporte como el voleibol. 

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En primer lugar, "en el juego, como en la vida cotidiana, hay que tomar la iniciativa, asumir responsabilidades, implicarse. Nunca te quedes quieto". 

"El deporte puede ayudar mucho a superar la timidez y la fragilidad, a madurar en la conciencia, a ser protagonistas", aseguró. 

Más tarde, explicó que "el bateo corresponde a la recepción. Del mismo modo que hay que estar dispuesto a recibir el balón para dirigirlo hacia una zona determinada, también es importante estar dispuesto a recibir sugerencias y a escuchar, con humildad y paciencia".

Además, subrayó que "uno no se convierte en campeón sin un guía, sin un entrenador dispuesto a acompañar, a motivar, a corregir sin humillar, a levantar cuando uno se cae y a compartir la alegría de la victoria". 

Por ello, el Papa defendió que "se necesitan personas que sean puntos de referencia sólidos, capaces de enseñar a 'recibir' bien, identificando los talentos de sus atletas para hacerlos fructificar de la mejor manera posible".  

"Luego está la subida, el pase al socio o compañero que tiene la tarea de finalizar la acción. Nunca estás solo, siempre hay alguien a quien servir. No sólo existe la dimensión individual, sino que se forma parte de un grupo: todos están llamados a contribuir para que ganemos juntos", apuntó. 

El Santo Padre señaló asimismo que "en un mundo en el que la gente se apresura a aparecer y emerger a toda costa, en el que el yo se antepone al nosotros, en el que se descarta a los débiles e improductivos, el deporte puede ser un signo convincente de unidad, de integración, y puede enviar un fuerte mensaje de paz y amistad".

En esta línea, el Papa dijo que "lo decisivo es, sin duda, la acción de ataque, que permite sumar puntos y construir la victoria". 

Por ello alentó a "fomentar un sano espíritu competitivo, sin sucumbir a la tentación de ganar pisoteando las reglas".

Asimismo, dijo que "el sacrificio, el entrenamiento y el rigor son elementos indispensables del deporte, mientras que la práctica del dopaje, además de peligrosa, es un engaño que resta belleza y diversión al juego, lo mancha de falsedad y lo ensucia".  

Por último, advirtió que "el dinero y el éxito nunca deben restar importancia al elemento lúdico, a la diversión. Y por eso recomiendo tanto: no abandonar nunca la dimensión amateur del deporte".