Al presidir la Misa este 22 de enero, IV Domingo de la Palabra de Dios, el Papa Francisco advirtió que sería una maldición el "profesar la fe en un Dios de corazón ancho y ser una Iglesia de corazón estrecho".
"Que no nos suceda profesar la fe en un Dios de corazón ancho y ser una Iglesia de corazón estrecho -me permito decir que esta sería una maldición-", advirtió el Papa en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
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En esta línea, el Santo Padre pidió "que no nos suceda predicar la salvación para todos y hacer impracticable el camino para recibirla".
"Que no nos pase sabernos llamados a llevar el anuncio del Reino y descuidar la Palabra, distrayéndonos en tantas actividades secundarias, o tantas discusiones secundarias", exhortó.
De este modo, Francisco indicó que "el anuncio de la Palabra debe convertirse en la principal urgencia de la comunidad eclesial, como lo fue para Jesús".
"Sintámonos llamados por Jesús mismo a anunciar su Palabra, a testimoniarla en las situaciones de cada día, a vivirla en la justicia y la caridad, a 'darle carne' acariciando la carne de los que sufren", invitó.
Luego, el Pontífice recordó que "la Palabra de Dios es para todos", "llama a la conversión" y "hace anunciadores".
Por ello, el Santo Padre agradeció "a quienes dedican sus esfuerzos para que la Palabra de Dios vuelva a estar en el centro, sea compartida y proclamada". "Gracias a quienes han aceptado las numerosas invitaciones que he hecho para que lleven el Evangelio consigo a todas partes, para leerlo cada día", añadió.
Asimismo, el Papa expresó una gratitud particular a quienes estudian y profundizan la Palabra de Dios, así como también "a los agentes pastorales y a todos los cristianos comprometidos en la escucha y difusión de la Palabra, especialmente a los lectores y catequistas".
"Un agradecimiento especial a los diáconos y a los presbíteros: gracias, queridos hermanos, por no dejar que al Pueblo Santo de Dios le falte el alimento de la Palabra; gracias por comprometerse a meditarla, vivirla y anunciarla; gracias por su servicio y sus sacrificios. Que para todos sea consuelo y recompensa la dulce alegría de anunciar la Palabra de salvación", concluyó el Papa.
Después de la homilía, el Santo Padre confirió diez ministerios laicales en representación de los fieles laicos en el mundo. En concreto: tres de lectores y siete de catequistas a hombres y mujeres procedentes de México, Italia, Filipinas, Congo y Gales.