Este jueves 19 de enero el Papa Francisco aprobó el decreto que reconoce las virtudes heroicas de la laica Bertilla Antoniazzi, una joven italiana que falleció a los 20 años y que ofreció el dolor y el sufrimiento de su enfermedad por la salvación de las almas.
Con este decreto, que reconoce que la joven vivió la fe, la esperanza y la caridad de manera heroica, Bertilla es ahora Venerable y su causa queda a la espera de un milagro para la beatificación.
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Bertilla Antoniazzi nació el 10 de noviembre de 1944 en la localidad de San Pietro Mussolino, en Vicenza (Italia).
En 1953, con solo 9 años, fue internada en el hospital de Vicenza por disnea grave (dificultad para respirar), debida a endocarditis reumática, una infección del revestimiento interno del corazón.
Poco tiempo después, de enero a octubre de 1954, es decir durante nueve meses, Bertilla fue paciente en un hogar para niños en Vicenza. Sin embargo, y debido a la escasa mejoría, fue hospitalizada nuevamente, primero en el hospital de Schio y luego en el de Vicenza.
Entre los diversos escritos que han quedado de la joven, están los llamados "fioretti", que eran unas anotaciones que escribía para ofrecer algunas cosas sencillas pero exigentes.
"Recitaré el Santo Rosario por la conversión de un alma", escribió el 3 de enero de 1957. El 4 de marzo se propuso mortificar "mis ojos, especialmente en la calle, por la conversión de los pecadores".
El 5 de marzo apuntaba: "Haré con gusto la tarea que más me molesta para agradar a Jesús", mientras que el 8 de marzo se comprometió a "dar limosna con el dinero de mi alcancía para las misiones".
En 1961 comenzó a asistir a un centro médico experimental, pero el empeoramiento de la enfermedad la obligó a quedarse en casa todo el tiempo.
"Durante los largos períodos de hospitalización comprendió que su misión era consolar a los que sufrían y acercar a Dios a los pecadores, entabló amistad con los médicos y enfermeras y una intensa correspondencia con los demás pacientes", señala la biografía publicada por el Dicasterio para las Causas de los Santos.
En una anotación, la venerable Bertilla escribía también que "seré más generosa para encontrar ocasiones de mortificación, y así mi alma se fortalecerá y aceptaré con alegría las penas y las contrariedades que me suceden".
En los dos últimos años de su enfermedad, ya en cama, aparecieron escaras en su piel, su corazón comenzó a sufrir más y también padeció de edema pulmonar.
El 25 de septiembre de 1963 peregrinó al Santuario de la Virgen de Lourdes, no para solicitar ser curada, sino para pedir la santidad.
Ofrecía lo que llamaba su "trabajo de enfermo" por la salvación de todos y se encomendaba a la Virgen María, de manera especial a la advocación del Monte Bérico en Vicenza.
Por su intensa vida de oración, el amor de Dios transformó su vida, dándole fuerza para no quejarse y para adquirir una gran madurez espiritual.
Murió el 22 de octubre de 1964 en Vicenza (Italia), con solo 20 años.
Su causa de canonización se abrió el 8 de febrero de 2014 en la Diócesis de Vicenza. El 25 de marzo de 2015 concluyó la fase diocesana, tras lo cual pasó al Vaticano, donde ahora prosigue.