El proyecto "Un amor que no termina", de la Archidiócesis de Sevilla, socorre a personas separadas y divorciadas que quieren vivir con fidelidad a la Iglesia, sin volver a casarse, sin una nulidad confirmada y sin convivir de forma ilícita.
Desde hace 7 años, la Archidiócesis de Sevilla cuenta con una atención pastoral dedicada a las personas separadas y divorciadas que no se han vuelto a casar ni mantienen una relación paralela a la vida marital.
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La Delegación de Familia y Vida de la Archidiócesis española tomó conciencia de la necesidad de "dar respuestas concretas" a las necesidades de las personas católicas separadas o divorciadas.
El objetivo es que puedan "sentir la cercanía de la Iglesia en esta experiencia tan dolorosa que viven".
Durante unos años se realizaron acompañamientos. Luego se confrontó esta experiencia con las de otros grupos eclesiales. Finalmente, se determinó adoptar el itinerario desarrollado dentro de la iniciativa Familias Nuevas, del Movimiento de los Focolares.
Fue la propia Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, quien decidió la puesta en marcha de esta ayuda, después de recibir la carta de dos separados que pertenecían al movimiento.
Así lo ha narrado a ACI Prensa María Dolores Sánchez-Campa, quien, junto a su esposo, Juan Manuel Granado, se han hecho cargo del proyecto "Un amor que no termina".
El programa tiene como fin apoyar "al cónyuge que se mantiene fiel a su vocación" y ayudarle a "mantenerse a contracorriente", a que "no caigan en el victimismo" y a crecer en la fe.
Sánchez-Campa explica que es necesario vivir a contracorriente, porque en muchas ocasiones se les insiste a los separados y divorciados que "rehagan sus vidas" o "busquen a otro".
Eso muchas veces se convierte en "un amor egoísta para llenar un vacío" que lleva de forma casi irremediable a un nuevo fracaso "que complica aún más la vida".
Respecto de la necesidad de que estas personas no caigan en el victimismo, Sánchez-Campa subraya que muchas veces consideran "que su vida ha sido un fracaso".
Además, "tienen la autoestima muy baja y se sienten culpables por no haber tenido más paciencia o haber buscado los recursos adecuados" para resolver la situación de crisis matrimonial.
El proyecto "Un amor que no termina" ofrece un acompañamiento personalizado, yendo "caso por caso, respetando la intimidad de cada experiencia familiar".
También da ayuda en las necesidades concretas, tanto las materiales como las espirituales.
En este apostolado hay momentos para construir comunidad y recibir formación sobre diferentes aspectos, "pero no se trata de grupos de autoayuda", explica la coordinadora.
La asistencia de "Un amor que no termina" se extiende durante dos o tres años y "concluye con la integración de estas personas en sus parroquias o en sus propios movimientos".
De esta manera, incluso, pueden convertirse en "un don para los matrimonios al compartir su experiencia de fidelidad", incide Sánchez-Campa.
"Los separados y divorciados, como cristianos, están llamados a ser santos", subrayan desde la iniciativa. A unos Dios les da "gracias de continencia sexual" y a otros "gracias de reconciliación con su cónyuge", detallan.
El proyecto "Un amor que no termina" está implantado en la Archidiócesis de Sevilla y en la Diócesis de Córdoba. Próximamente llegará a la Diócesis de Almería.