Nueve obispos de todo el país llegaron hasta la localidad de Jimaní, Independencia, una de las más afectadas por las inundaciones de la semana pasada , para celebrar una Misa por las víctimas de la tragedia junto a todos los sacerdotes de la zona.
La Eucaristía fue presidida en el Parque Central de Jimaní por el Arzobispo de Santo Domingo, Cardenal Nicolás López Rodríguez, y estuvo dedicada especialmente a los más de 400 residentes muertos el domingo 24 de mayo por el desbordamiento del río Blanco.
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En su homilía, el Purpurado pidió a los familiares de los fallecidos “dejar que el corazón llore” y señaló que “es un proceso lento acomodarse a esa idea, el saber que los seres que queremos no están”.
“Quiero decirle a estas personas que están llorando a sus seres queridos y los lloran con toda legitimidad, con todo derecho, decirles que el Señor los mira con compasión. Jamás podemos entender por qué esas cosas suceden y cómo Dios lo permite”, indicó.
Sin embargo, recordó que la Iglesia está con los que sufren y que Dios los acompaña. Se puede asegurar que pocas realidades humanas tienen tanta iluminación en las páginas bíblicas como la misma muerte, indicó.
También se leyó un mensaje de solidaridad enviado por el Papa Juan Pablo II.
Previamente, el Cardenal López Rodríguez agradeció los gestos solidarios de la comunidad internacional como de los propios dominicanos.
Por su parte, el Obispo de Barahona, Mons. Rafael Felipe Núñez, pidió a las autoridades “canalizar y amurallar la zona del río que bordea la ciudad para prevenir próximas desgracias”.