El Papa Juan Pablo II aseguró esta mañana en la habitual audiencia general de los miércoles, que todo sufrimiento vivido a la luz de Cristo, puede ser un camino de liberación interior y enriquecimiento del alma.
Ante unas 13 mil personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre reflexionó sobre el Salmo 40, “Oración de un enfermo”, que Jesús citó en la tarde de Jueves Santo en el Cenáculo, para manifestar su profunda tristeza en el momento de la traición de Judas: “El que come mi pan, levantó contra mí su talón”.
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Según el Papa, el Salmo expresa la amargura de “un hombre enfermo, abandonado por sus amigos” y recuerda que en el texto “el enfermo inicia su discurso pidiendo perdón a Dios. Según el tradicional concepto del antiguo testamento, el dolor era una consecuencia del pecado”.
Tras aclarar que se trata de una visión superada por Cristo, el Pontífice enfatizó que “el sufrimiento en sí mismo puede esconder un valor secreto y convertirse en camino de purificación, de liberación interior, de enriquecimiento del alma”.
El sufrimiento, agregó, “invita a vencer la superficialidad, la vanidad, el egoísmo, el pecado y a confiar con mayor intensidad en Dios y en su voluntad salvífica”.
El Santo Padre señaló que al entrar en escena los malvados, “que han venido a visitar al enfermo no para confortarlo, sino más bien para atacarlo”, éste experimenta “la indiferencia y dureza hasta de los amigos, que se transforman en figuras hostiles y odiosas”.
Según el Papa, “la amargura es profunda cuando el que ataca es ‘el amigo’ en el que se confiaba, llamado literalmente en hebreo ‘el hombre de la paz’. En el salmista resuena la voz de una multitud de personas olvidadas y humilladas en sus enfermedades y debilidades, incluso la de aquellos que tendrían que haberlo sostenido”.
Sin embargo, el Papa precisó que “la oración del Salmo 40 no se cierra con este final oscuro. El salmista está seguro de que Dios se asomará al propio horizonte, revelando una vez más su amor. Ofrecerá su apoyo y tomará entre sus brazos al enfermo. El salmo, marcado por el dolor termina, por tanto, con un rayo de luz y de esperanza”.