La agencia Associated Press (AP) llegó al alejado pueblo de Río Talea, en las montañas del sur de México, para comprobar una historia que muchos se negaron a creer: una mujer salvó a su hijo por nacer practicándose una cesárea en su humilde choza, sin más bisturí que un cuchillo y sin más anestesia que un poco de alcohol.
La heroína de esta historia es Inés Ramírez Pérez, una abnegada madre de siete hijos, incluyendo al que salvó con su coraje. Un reportero de AP la encontró cuatro años después de lo ocurrido, conversó con ella, vio a su “hijo-milagro” y confirmó la proeza con los testigos.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
La autocesárea recién fue reportada como real y exitosa en la edición de marzo pasado del International Journal of Gynecology and Obstetrics, con un artículo co-escrito por el doctor Rafael Valle, un obstetra de la Universidad Northwestern en Chicago.
La historia era conocida por todo el pueblo y sus alrededores pero hasta esa fecha pasó desapercibida en el resto del país y el mundo.
En la noche del 5 de marzo del año 2000, Inés estaba sola en su choza cuando llegaron los dolores de parto. Su séptimo hijo estaba listo para nacer, pero nadie podría asistirla. Su esposo estaba borracho en una cantina y ni ella ni el bar tenían teléfono para comunicarse.
El puesto de salud más cercano estaba a 50 millas de distancia y para llegar debía atravesar caminos escabrosos que no podría recorrer sola ni a tiempo. Tres años atrás, Inés había dado a luz a una bebita muerta y temía que la historia se repitiese mientras sufría dolores de parto cada vez más agudos.
“A medianoche, la pequeña mujer de 40 años de edad, se sentó en un banquito bajo de madera. Tomó varios tragos de una botella de alcohol para fricciones, aferró con su mano el cuchillo de seis pulgadas que utilizaba para matar animales y lo apuntó hacia su vientre. Y empezó a cortar”, reportó AP.
Según el relato de Inés, “se cortó la piel, la grasa y los músculos antes de llegar al interior del útero y sacar a su bebé, un varón. Ella cuenta que cortó el cordón umbilical con un par de tijeras, y después se desmayó”.
La hazaña de Inés es ahora reconocida como un milagro moderno y se cree que es la única mujer que logró con éxito una autocesárea.
“No podía resistir más el dolor. Y si mi bebé iba a morir, entonces decidí que yo moriría también. Pero si iba a crecer, yo iba a verlo crecer, e iba a estar con mi hijo. Pensé que Dios salvaría la vida de los dos”, confesó Inés a cuatro años de la proeza.
El asistente de salud del pueblo, León Cruz, fue el primer profesional en llegar a la choza. Describió en detalle lo que vio al médico Honorio Galván, quien recibió a Inés y su bebé en el hospital San Pablo Huixtepec, al sur de la ciudad de Oaxaca.
“Por lo que vi, era evidente que esa cirugía no fue hecha por nadie que tuviera conocimientos médicos. No podía creer que alguien sin anestesia pudiera operarse y quedar con vida”, dijo Galván. “No hay ningún doctor o curandero en el pueblo, y es muy dudoso que nadie fuera capaz de hacerle esto a ella. Si así fuere, como es un pueblo pequeño, se habría sabido rápidamente, y nos habríamos enterado. Un pueblo entero no puede mentir. ¿Qué ganarían con ello?”.
Los doctores llevaron a la madre y al niño a la sala de operaciones. “Galván tomó fotografías mientras su colega, el doctor Jesús Guzmán, abría a Ramírez para comprobar que su útero había recuperado su tamaño normal y que el sangramiento se había detenido y que no mostrara señales de infección. Galván no sabe si Ramírez trató de esterilizar el cuchillo antes de utilizarlo”, informó AP.
Ahora, el hijo de Inés, Orlando Ruiz Ramírez, es un niño inquieto y juguetón de 4 años de edad y la mujer se ha convertido en una moderna “madre coraje”.