La Misa Rorate es una antigua tradición de Adviento que puede ser practicada los días sábados de este tiempo litúrgico.
El Papa Benedicto XVI comentó en su autobiografía que durante su infancia, "en el tiempo de Adviento, por la mañana temprano, se celebraban con gran solemnidad las Misas Rorate en la iglesia aún a oscuras, sólo iluminada por la luz de las velas".
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"La espera gozosa de la Navidad daba a aquellos días melancólicos un sello muy especial", explicó el Papa Ratzinger.
La Misa Rorate de Adviento
El Adviento es un tiempo de espera por la pronta llegada del Señor en la Navidad. Por eso la Misa Rorate está llena de símbolos y gestos que ayudan a que los fieles puedan comprender ese misterio.
Se celebra los días sábados de Adviento, teniendo en cuenta que la Iglesia Católica dedica este día a la Santísima Virgen María, quien durante nueve meses esperó llena de amor el nacimiento del Señor.
El nombre Rorate viene del latín Rorate caeli (cielos, lloved), un tradicional canto de Adviento que se entona al principio de esta liturgia.
La celebración comienza antes del amanecer y sin iluminación en el templo. Las únicas luces contempladas en esta ceremonia son las de los candelabros en el altar y las velas de los fieles.
La oscuridad del templo recuerda las tinieblas del mundo antes de la llegada del Señor, mientras que las pocas luces encendidas simbolizan la lucha de los que quieren ser fieles a Dios en medio de las sombras.
El final de la Misa Rorate coincide con la salida del sol. Esto recuerda las palabras del profeta Zacarías, quien, lleno del Espíritu Santo, dijo que Cristo es "la luz que nace de lo alto a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz" (Lc 1,78-79).