Al hablar hoy en la sesión pública de la Conferencia sobre Diálogo entre Musulmanes y Cristianos, que se celebra en la capital de Qatar del 27 al 29 de mayo, El Cardenal Jean-Louis Tauran, ex Secretario para las Relaciones con los Estados, invitó a los musulmanes a mantener un diálogo fecundo en vistas a lograr la libertad religiosa plena en el mundo.
En su discurso en inglés, el Cardenal Tauran afirmó que esta reunión “es un testimonio elocuente de fraternidad”.
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“El fragor del conflicto, que resuena no lejos de aquí, no nos impedirá reflexionar sobre nuestras responsabilidades como creyentes o enviar un mensaje de amistad a los que están dispuestos a aceptarlo.”
“Nuestra reunión –continuó el Purpurado- es ante todo un encuentro de creyentes. Dado que todos sabemos que somos hijos del mismo Dios, podemos aceptar nuestras diferencias y entregarnos juntos al servicio de la sociedad, respetando la justicia, los valores morales y la paz”.
El encuentro, agregó, “también es un diálogo entre creyentes que pertenecen a dos religiones diferentes. Para evitar todo tipo de sincretismo o caricatura, es importante que cada uno de nosotros sea fiel a su propia fe”.
Después, el Cardenal se refirió a Juan Pablo II, que en numerosas ocasiones ha subrayado las tantas cosas que musulmanes y cristianos tienen en común, como “adoradores de Dios”, “buscadores de Dios” y “creyentes en el mismo Dios”.
El Card. Tauran explicó a los presentes que la Iglesia Católica mira con respeto y reconoce “la riqueza de vuestras tradiciones espirituales”; pero recordó que “nosotros, cristianos, estamos también orgullosos de nuestra tradición religiosa”.
“Por este motivo, la libertad de conciencia y de religión es importante, más aun, absolutamente necesaria”, explicó el Purpurado; y destacó que “la libertad religiosa respeta al mismo tiempo a Dios y al ser humano. Es absoluta y recíproca. Se extiende del individuo a la comunidad y tiene una dimensión civil y social”.
“La libertad religiosa –continuó-, así entendida y vivida, puede ser un factor poderoso en la construcción de la paz”.
El Cardenal recalcó luego que los creyentes promueven la justicia, la dignidad humana, la paz y la solidaridad entre los pueblos. “Los líderes políticos no tienen nada que temer de los verdaderos creyentes –prosiguió el Purpurado-. Los creyentes auténticos son también el mejor antídoto para todas las formas de fanatismo porque saben que impedir la práctica de la religión a sus hermanos y hermanas, la discriminación de los seguidores de otra religión diversa de la propia, o lo que es peor, el asesinato en nombre de la religión, son abominaciones que ofenden a Dios y que ninguna causa ni autoridad, política o religiosa, puede justificar jamás”.
El Card. Tauran mencionó la necesidad de “abrir un diálogo de confianza entre las autoridades religiosas y civiles, para que los derechos y deberes de los creyentes y de sus comunidades se establezcan y garanticen firmemente, con particular respeto del principio de reciprocidad”.
“¡No se pueden reclamar los legítimos derechos y libertades pisoteando los de los demás!”, exclamó el Cardenal.