El Papa Juan Pablo II recordó que con su pasión y muerte, Cristo Redentor, vence el antiguo duelo entre el bien y mal, abriendo las puertas de la salvación eterna.
En la audiencia general de esta mañana celebrada en la Plaza de San Pedro, el Papa reflexionó el cántico de los capítulos 11 y 12 del Apocalipsis, titulado “El juicio de Dios”.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Ante unos 15 mil peregrinos, el Santo Padre explicó que los 24 ancianos de la corte celestial que lo entonan, “representan a todos los justos de la Antigua y de la Nueva Alianza. Adoran al Dios soberano del mundo y de la historia, dispuesto a instaurar su reino de justicia, de amor y de verdad”.
“En esta oración se siente latir el corazón de los justos que esperan la venida del Señor para hacer más luminosa la historia de la humanidad, con frecuencia inmersa en las tinieblas del pecado, de la injusticia, de la mentora y de la violencia”, indicó.
Asimismo, señaló que en este canto se “exalta el juicio justo y resolutivo del Señor sobre toda la historia humana. Dios es juez, pero también salvador; condena el mal, pero recompensa la fidelidad; es justo, pero sobre todo misericordioso”.
En el capítulo 12, precisó, se narra “el duelo ente el bien y el mal, entre la Iglesia y Satanás, y de repente resuena una voz celestial que anuncia la destrucción del ‘Acusador’”. Este “ponía en duda la sinceridad de la fe de los justos. Ahora, el dragón satánico es obligado a callar y el origen de su derrota es ‘la sangre del Cordero’, la pasión y la muerte de Cristo redentor”.
Según el Papa, “a su victoria se asocia el testimonio del martirio de los cristianos. Existe una íntima participación en la obra redentora del Cordero por parte de los fieles que no han dudado en ‘despreciar su vida hasta la muerte’. El pensamiento se dirige a las palabras de Cristo: ‘El que ama su vida la perderá, y el que aborrece su vida en este mundo, la guardará para la vida eterna’”.
Durante sus saludos a los peregrinos al final de la audiencia, el Santo Padre recordó que se acerca la solemnidad de Pentecostés y evocó las palabras que pronunció hace 25 años en la Plaza de la Victoria, Varsovia: “¡Descienda Tu Espíritu! Y renueve la faz de la tierra. ¡De esta tierra! Pensando en la realidad actual, en mi oración cotidiana repito aquellas palabras, siempre actuales”.