El Obispo Auxiliar de Guayaquil (Ecuador), Mons. Gerardo Nieves, celebró la Misa por los niños no nacidos y llamó a los ecuatorianos a defender la vida y vivir sin miedo frente a lo que sucede en el país actualmente.
El Prelado presidió la Eucaristía el 1 de noviembre, Solemnidad de Todos los Santos, en el Panteón Metropolitano de Guayaquil. La Misa fue celebrada en coordinación entre la Arquidiócesis y la Junta de Beneficencia provincial.
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Asimismo, se celebró pese a los 13 atentados que ocurrieron en la madrugada del martes en Ecuador cometidos por bandas narcotraficantes.
Ante ello, el presidente Guillermo Lasso declaró estado de excepción por más de 40 días para las provincias de Guayas y Esmeraldas, y el toque de queda hasta las cinco de la madrugada.
En su homilía, Mons. Nieves, quien también es coordinador la pastoral Vida y Familia de la Arquidiócesis de Guayaquil, recordó que la salvación viene de Cristo.
Según se informó, ese día también se dio sepultura a los restos de niños no nacidos por diferentes causas en el mausoleo que donó el Panteón Metropolitano de la Junta de Beneficencia.
Este pabellón fue donado para sepultar a los no nacidos de familias vulnerables, con el fin de honrar la vida de los bebés fallecidos en la etapa prenatal y neonatal, y dar a sus familias el consuelo que necesitan.
Asimismo, antes de la bendición final, los esposos Daniel Lara y Martha Gonzales compartieron su testimonio provida.
Cuando tenía pocos meses de embarazo, los médicos le recomendaron a Martha abortar a sus hijas mellizas debido a una insuficiencia renal y calificaron a las bebes de productos de los que tenían que "deshacerse".
Sin embargo, ambos se opusieron y encomendaron sus hijas a la Virgen de Fátima, las que nacieron un 13 de mayo con buen estado de salud.
La familia Lara Gonzales afirma que el nacimiento de las niñas es un regalo de Jesús. Poco tiempo después Martha recibió un trasplante de riñón y ahora goza de buena salud.
La Misa fue concelebrada por el Obispo Auxiliar, Mons. Gustavo Rosales; y Mons. Giovanni B. Piccioli, junto con ocho sacerdotes.
También asistieron médicos, la directiva de la red médica arquidiocesana REDIMA, y miembros de los movimientos y grupos laicales defensores de la vida.