El Arzobispo de Bogotá (Colombia), Mons. Luis José Rueda Aparicio, recitó al final de su homilía por el Día de los Muertos la oración que los sacerdotes pronuncian cuando acompañan a un moribundo para que entregue su vida a Dios y pueda gozar de la vida eterna.
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El Prelado celebró ayer 2 de noviembre la Misa por el Día de los Fieles Difuntos, en la que recordó que Cristo es el camino, la verdad y la vida. "El bautizado, hombre o mujer, que tiene su esperanza en Jesús, camina todos los días acompañado por Jesús Resucitado", expresó.
En ese sentido, antes de culminar la homilía, el Arzobispo manifestó su deseo de recitar la oración que pronuncian los sacerdotes cuando dan la unción de los enfermos.
"Quisiera recordar una sencilla oración que hacemos nosotros los sacerdotes cuando estamos acompañando en una clínica, en un hospital, en una casa de familia, a algún ser querido o algún fiel que pide que el sacerdote, con la unción de los enfermos, con la oración, con el viático –que es el alimento eucarístico para el camino que emprenden–, nosotros los sacerdotes la pronunciamos".
El Prelado dijo que esa oración se titula "Oración de entrega del moribundo":
"Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre Todopoderoso que te creó; en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti; en el nombre del Espíritu Santo que sobre ti descendió.
Alma cristiana, entra en el lugar de la paz y que tu morada esté junto a Dios en la Sión eterna, en la ciudad renovada, con Santa María la Virgen, Madre de Dios; con San José y con todos los ángeles y los santos.
Querido hermano, te entrego a Dios; y como criatura suya, te pongo en sus manos, pues Él es tu Hacedor que te formó del polvo de la tierra; y al dejar esta vida, salgan a tu encuentro la Virgen María, San José y todos los santos y ángeles de Dios.
Que Cristo, que sufrió muerte de cruz por ti, te conceda la libertad, la libertad verdadera. Que Cristo, Hijo de Dios vivo, te aloje en su Paraíso. Que Cristo, el Buen Pastor, te cuente entre sus ovejas, que te perdone todos los pecados, que te agregue al número de los elegidos.
Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor y gozar de la visión de Dios. Por los siglos de los siglos. Amén".
Mons. Luis José Rueda dijo que los sacerdotes pronuncian esta oración sabiendo que el moribundo "emprende un camino a la eternidad", convencidos "que la vida no termina con la muerte".