El Arzobispo de La Plata (Argentina), Mons. Víctor Manuel Fernández, visitó y bendijo las instalaciones de la fábrica que funciona en la Unidad Penitenciaria N.º 1 de Olmos, en la provincia de Buenos Aires.
El Prelado mantuvo una reunión con el Ministro de Justicia de la provincia, a quien agradeció la iniciativa de instalar fábricas en las cárceles.
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Se trata de cuatro fábricas, ubicadas en distintas unidades penales, que suman más de 4.200 metros cuadrados y darán trabajo efectivo a 450 internos capacitados en carpintería y técnica textil.
Se trata del primer proyecto industrial de estas características de América Latina, a gran escala y con tecnología de última generación.
En numerosas ocasiones, el Arzobispo de La Plata ha insistido sobre la importancia del trabajo como factor de autoestima, de maduración, de reinserción y de esperanza para las personas que han cometido delitos.
Ante esta iniciativa, destacó que no se trata de talleres pequeños y precarios, sino de auténticas fábricas, con producción de calidad, apta para su comercialización en los circuitos de venta al público y para contribuir a la ejecución de planes nacionales.
En el proyecto intervinieron organismos estatales, que diseñaron la línea productiva y certificaron los procesos de elaboración y el control de calidad final.
Como gesto de agradecimiento ante la concreción de este proyecto, el martes 1 de noviembre, el Arzobispo se acercó a la Unidad N.º 1 de Olmos para bendecir las instalaciones, dar aliento a sus intervinientes y orar por quienes trabajarán en este emprendimiento.
En sus palabras, Mons. Fernández insistió en que cada persona privada de libertad es digna por el hecho de ser humana.
"La dignidad humana no se pierde por los errores cometidos. Por eso mismo ellos tienen derecho a la posibilidad de trabajar, de desarrollar sus capacidades y ofrecerle algo a este mundo", aseguró.
"Dios, que ama infinitamente a cada ser humano, espera que cada uno de sus hijos crezca, se desarrolle, se levante de sus caídas y se sienta fecundo en la sociedad. Por eso, el trabajo de los presos se convierte en una alabanza a Dios", sostuvo.