En la tarde de este jueves 3 de noviembre, el Papa Francisco pronunció el primer discurso de su viaje a Bahrein dirigido a las autoridades, Sociedad Civil y Cuerpo Diplomático del país.
Durante su discurso, el Papa Francisco agradeció la acogida y bienvenida al país del Golfo Pérsico y envió un saludo a todos sus habitantes.
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A continuación, el Santo Padre habló de un árbol típico del país, "una acacia majestuosa, que sobrevive desde siglos en una zona desértica, donde las lluvias son muy escasas".
"Parece imposible que un árbol tan longevo resista y prospere en tales condiciones. Según dicen, el secreto está en las raíces, que se extienden por decenas de metros bajo el suelo, alcanzando depósitos de agua subterráneos", dijo el Papa.
A partir de la imagen de las raíces de la acacia, el Papa Francisco señaló que Bahréin "ha sido siempre lugar de encuentro entre poblaciones diversas".
"En estas islas -explicó el Pontífice-, se ve una sociedad heterogénea, multiétnica y multirreligiosa, capaz de superar el peligro del aislamiento".
Para el Santo Padre, "los numerosos grupos nacionales, étnicos y religiosos que aquí coexisten testimonian que se puede y se debe convivir en nuestro mundo, convertido desde hace décadas en una aldea global en la que, a pesar de dar por sentada la globalización, es todavía desconocido en muchos sentidos 'el espíritu de la aldea'".
Más tarde, lamentó que "el progreso y tantas conquistas civiles y científicas, la distancia cultural entre las diversas partes del mundo aumenta, y a las beneficiosas oportunidades de encuentro se anteponen feroces actitudes de enfrentamiento".
Trabajar por la esperanza
"¡Trabajemos juntos, trabajemos por todos, por la esperanza! Estoy aquí, en la tierra del árbol de la vida, como sembrador de paz, para vivir días de encuentro, para participar en un Foro de diálogo entre Oriente y Occidente por la convivencia humana pacífica", explicó a continuación.
Asimismo, destacó que este viaje supone "una etapa preciosa en el proceso de amistad que se ha intensificado en los últimos años con diversos jefes religiosos islámicos. Un camino fraterno que, bajo la mirada del cielo, quiere favorecer la paz en la tierra".
Derecho a la vida
"Expreso mi aprecio por las conferencias internacionales y por las oportunidades de encuentro que este Reino organiza y favorece, centrándose especialmente en el tema del respeto, la tolerancia y la libertad religiosa", señaló más tarde.
En esta línea, el Papa hizo referencia al derecho a la vida, "a la necesidad de garantizarla siempre, también en relación a los que son castigados, cuya existencia no puede ser eliminada".
Además, destacó que "cerca de la mitad de la población residente es extranjera y trabaja de modo notable por el desarrollo de un país en el que, aun habiendo dejado la propia patria, se siente en casa".
En este sentido, el Papa habló de la crisis laboral mundial y pidió "que se garanticen en todas partes condiciones laborales seguras y dignas del hombre, que no impidan sino que favorezcan la vida cultural y espiritual; que promuevan la cohesión social, en favor de la vida común y del mismo desarrollo de los países".
Monstruosa e insensata guerra
El Papa Francisco recordó que "hoy asistimos, cada día más, a acciones y amenazas de muerte. Pienso, en particular, en la realidad monstruosa e insensata de la guerra, que siembra destrucción en todas partes y erradica la esperanza".
"En la guerra emerge el lado peor del hombre: el egoísmo, la violencia y la mentira. Sí, porque la guerra, toda guerra, representa también la muerte de la verdad. Rechacemos la lógica de las armas e invirtamos la ruta, convirtiendo los enormes gastos militares en inversiones para combatir el hambre, la falta de asistencia sanitaria y de instrucción", pidió a continuación.
Asimismo, aseguró tener el corazón "lleno de dolor por tantas situaciones de conflicto. Mirando a la Península arábiga, cuyos países deseo saludar con cordialidad y respeto, dirijo un pensamiento especial y apenado a Yemen, martirizado por una guerra olvidada que, como toda guerra, no conduce a ninguna victoria, sino sólo a amargas derrotas para todos".
"Estoy aquí como creyente, como cristiano, como hombre y peregrino de paz, porque hoy más que nunca estamos llamados, en todo el mundo, a comprometernos seriamente por la paz", concluyó el Santo Padre.
Primer día en Bahrein
Tras su llegada, el Santo Padre se trasladó en coche al Palacio Real de Sakhir para la visita de cortesía a Su Majestad el Rey de Bahrein.
A la reunión privada asistieron también el Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin; el Sustituto de la Secretaría de Estado, Mons. Edgar Peña Parra; el Secretario para las Relaciones con los Estados, Mons. Paul Richard Gallagher; el Nuncio Apostólico, Mons. Eugene Martin Nugent y el Secretario de la Nunciatura Apostólica.
Tras la foto oficial y el encuentro privado, tuvo lugar el intercambio de regalos. Al final, la Familia Real acompañó al Santo Padre al patio del Palacio Real para la ceremonia de bienvenida y el encuentro con las Autoridades, la Sociedad Civil y el Cuerpo Diplomático.