Este 1 de noviembre, solemnidad de Todos los Santos, el Papa Francisco dirigió el rezo del Ángelus, donde habló de la "versión estereotipada" de los santos y pidió a los fieles "desarmar su corazón" para trabajar por la paz.
El Papa Francisco dirigió el rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano de manera excepcional con motivo de la festividad de Todos los Santos, ya que el suele dirigir esta oración mariana solamente los domingos.
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Al comentar el Evangelio del día, el Santo Padre dijo que "el Evangelio de hoy desmiente la versión estereotipada de los santos", lo que denominó como una "santidad de estampa".
En este sentido, aclaró que "las Bienaventuranzas de Jesús, que son el carné de identidad de los santos, muestran todo lo contrario: hablan de una vida a contracorriente y revolucionaria". "Los santos son los verdaderos revolucionarios", dijo a continuación.
Haciendo referencia a la Bienaventuranza leída en el Evangelio, el Papa Francisco explicó que esto no significa "estar en paz", sino que Jesús se refiere a aquellos que "trabajan por construir la paz".
"La paz hay que construirla y como toda construcción, requiere compromiso, colaboración, paciencia", dijo el Pontífice.
Además, el Papa señaló que "la Biblia habla de la 'semilla de paz', porque germina del terreno de la vida, de la semilla de nuestro corazón; crece en silencio, día tras días, a través de obras de justicia y de misericordia. Como nos muestran los testimonios luminosos que celebramos hoy".
"Se nos hace creer que la paz llega con la fuerza y la potencia: para Jesús es lo contrario. Su vida y la de los santos nos dicen que la semilla de paz, para crecer y dar fruto, debe antes morir. La paz no se alcanza conquistando o derrotando a alguien, nunca es violenta, nunca es armada", dijo el Papa Francisco.
Desarmar el corazón
En esta línea, explicó que para convertirse en alguien que trabaja por la paz es necesario, en primer lugar, "desarmar el corazón".
"Porque estamos todos equipados con pensamientos agresivos y palabras cortantes y pensamos en defendernos con el alambre de espino de la queja y con los muros de cemento de la indiferencia", aseguró el Papa.
Sin embargo, para el Santo Padre "la semilla de la paz pide que se desmilitarice el campo del corazón. ¿Cómo? Abriéndose a Jesús, que es 'nuestra paz'; estando frente a su Cruz, que es la cátedra de la paz; recibiendo de Él, en la Confesión, 'el perdón y la paz'. De aquí se empieza, porque ser operadores de paz, ser santos, no es una capacidad nuestra, es un don suyo, es una gracia".
Más tarde, el Papa invitó a los fieles a preguntarse: "¿Somos constructores de paz? ¿Allí donde vivimos, estudiamos y trabajamos, llevamos tensión, palabras que hieren, chácharas que envenenan, polémicas? O ¿abrimos la vía de la paz: perdonamos a quien nos ha ofendido, nos ocupamos de los que se encuentran en los márgenes, reparamos alguna injusticia ayudando a quien menos tiene? Esto es construir la paz".
Por último, dijo que a pesar de que en el mundo este tipo de personas parecen "estar fuera de lugar porque no ceden a la lógica del poder y del predominio", en el Cielo serán los más cercanos a Dios, "los más parecidos a Él".
A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros".