En el marco del debate por la posible eliminación del horario de verano en México, muchos se han referido al horario "estándar" o de invierno, que comenzará este domingo 30 de octubre, como el "de Dios". Pero, ¿tiene alguna relación con la fe o con la Iglesia Católica?
El horario de verano, por el que en gran parte de México se adelanta una hora entre abril y octubre, se implementó por primera vez en 1996, con un decreto del entonces presidente Ernesto Zedillo, con el objetivo de ahorrar el consumo de energía eléctrica, bajo la premisa de que en esos meses hay más horas de luz natural.
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En julio de este año, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador envió al Congreso de la Unión, el órgano legislativo federal de México, un proyecto para eliminar el horario de verano, sosteniendo que afecta la salud y no contribuye realmente a disminuir los gastos de energía eléctrica.
El proyecto fue aprobado por la Cámara de Diputados este 29 de septiembre y deberá ser sometido a debate y votación por el Senado.
De ser finalmente aprobado, la mayor parte de México no volvería a cambiar al horario de verano en 2023, y el horario estándar o, como lo llaman algunos, "horario de Dios", sería permanente.
¿Dios realmente tiene un "horario"?
El P. Hugo Valdemar, sacerdote de la Arquidiócesis Primada de México, indicó a ACI Prensa que cuando algunas personas se refieren al "horario" de Dios "en realidad es una manera popular de hablar, para dar a entender el orden natural del horario solar".
Sin embargo, precisó, "no tiene que ver con el orden sobrenatural".
El P. David Jasso, sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey, coincidió en que "sin duda es una forma popular de referirse al horario".
"El concepto de tiempo es uno de los elementos que más influye en la vida de las personas, ya que está ligado a la duración de los eventos, a los procesos de cambio y a la valoración que se hace de las experiencias", dijo a ACI Prensa.
"El tiempo de Dios al que se hace referencia seguramente es al tiempo convencional, al huso horario de esta región, pero no tiene la expresión una carga confesional o de fe", reiteró.
El P. Jasso subrayó que "Dios es el eterno presente, no hay tiempo en Dios, tal como conocemos el tiempo que mide un reloj".
"Cuidado con pensar que la frase: El tiempo de Dios es perfecto, tenga que ver con el horario de verano o de invierno", advirtió, pues "va más allá de eso".
"Dios va más allá del espacio y del tiempo, y cómo dice Eclesiastés 3: 'hay un momento para todo, cada cosa tiene su tiempo bajo el cielo'", expresó.
Por su parte, el P. Valdemar destacó que "la tradición cristiana nos enseña a usar de manera responsable el tiempo, tomando en cuenta que nuestra vida terrenal es corta".
"Sin embargo, es en esta vida y en su orden temporal cómo nos preparamos para la vida eterna", indicó.
"Tenemos que equilibrar nuestra vida teniendo en cuenta lo que dice la Escritura, que hay un tiempo para cada cosa, y entonces debemos darnos espacio para la oración, el trabajo, la convivencia y el descanso", señaló.