La misionera comboniana española Ángeles López sobrevivió al ataque de terroristas islámicos el pasado 6 de septiembre en Mozambique, donde murió su compañera María de Coppi. "Siento que merece la pena. Y si estoy bien, en enero regreso", ha asegurado.
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El ataque redujo a cenizas la misión que ella misma había fundado hace 50 años y que será casi imposible recuperar.
En ella dedicaban sus horas a sacar adelante dos residencias de estudiantes, una escuela, un centro de salud y una iglesia. Todo reducido a cenizas.
Ángeles y María estuvieron juntas hasta dos minutos antes del ataque, cuando se separaron para dormir en sus habitaciones.
Al oír un "disparo grandísimo", la misionera comboniana española saltó de la cama para avisar a su compañera.
"Cuando yo abrí mi puerta, ellos continuaron disparando. Dieron como cinco tiros. Yo me agarré a la pared lo que puede, y cogí la manilla para decirle 'María, María, están aquí'. Mas cuando fui a ver, María estaba en el suelo", rememora la misionera.
Cuando intentó huir por detrás, fue atrapada por los atacantes que empezaron a prender fuego a las habitaciones. Gracias a una súplica desesperada de la misionera, los terroristas "cogieron el cuerpo (de María de Coppi), lo arrastraron por los brazos a la calle, lo tiraron fuera a la tierra" y quedó con los brazos en cruz.
Retenida durante cerca de una hora, la misionera pensaba que la iban a matar y en su pensamiento deseaba que fuera con un tiro y no a golpes de catana.
"Como dos gatitos"
En un momento dado, los terroristas islámicos la liberaron: "Estás libre, mañana sales de aquí, no queremos tu religión, queremos el Islam", rememora. Entonces, explica la misionera, salió "corriendo como una gacela" a buscar a su hermana, que estaba encerrada con las niñas.
Una vez juntas, huyeron al bosque, que es muy denso, donde con sus 82 años, avanzaba con dificultad. Pidió a todas que siguieran, pero una de ellas decidió acompañarla y guiarla, pues no había podido recuperar los audífonos que utiliza.
"Y se quedó toda la noche, las dos como dos gatitos, ahí cogiditas", describe en una entrevista difundida por Obras Misionales Pontificias.
Al amanecer, de vuelta en la misión, encontró contra todo pronóstico que los sacerdotes estaban vivos y vio con tristeza cómo ardían los botes de leche en polvo con los que alimentaba a más de 150 menores desnutridos.
"No tengo que perdonarlos"
La misionera no guarda rencor a los terroristas islámicos: "No tengo que perdonarlos, porque yo nunca los condené; ellos son mandados, son pobrecita gente, drogados, de este lugar que los mandan a hacer eso, pero que no son culpables por nada. Si no hacen eso, los matan a ellos".
Ángeles López asegura que la fe ha sido esencial para superar la circunstancia y no tener miedo a regresar: "Tuve una ayuda fuerte del Señor, estaba bastante serena. Esto ha fortalecido mi fe 100%. Si Dios no me hubiera ayudado no hubiera podido soportar cosas de este tipo".
"Merece la pena gastar una vida por la misión, que hay muchas personas con sed de saber, con sed de conocer a Dios", concluye la misionera.