Como suele ocurrir en la mayoría de sus viajes, el Santo Padre improvisó en más de una ocasión durante su visita a Canadá, dejando para el recuerdo varias anécdotas y "sorpresas" fuera del programa oficial.

Fueron varias las veces en las que el Papa Francisco prefirió no subirse al coche cubierto y pasear en su silla de ruedas para transmitir su cercanía al pueblo canadiense y poder saludar a todas las personas que le recibían desde los laterales de la carretera.

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Otras de estas "sorpresas" fuera del programa oficial fue la visita a un centro de acogida donde residen también ancianos enfermos.

El Papa Francisco dedicó un tiempo a estas personas, conversó con ellas y les regaló una imagen de la Virgen.

 

Imágenes de ternura y emoción por parte de los canadienses se han podido ver a lo largo de todo este viaje apostólico. 

Una de las más destacables ​​fue cuando, al concluir la celebración de la Santa Misa en el Santuario de Sainte-Anne-de-Beaupré en Quebec, el Papa Francisco conmovió al mundo al recibir, besar y bendecir a una pequeña bebé que padece una rara enfermedad conocida como el síndrome 3M.

 

 

También este viaje dejó algunos momentos y escenas emotivas, especialmente durante su encuentro con ex alumnos de las escuelas residenciales canadienses.