El Arzobispo de Denver, Mons. Charles Chaput, denunció que cada año electoral es motivo para que una avalancha de críticos quiera callar a la Iglesia en su defensa de la vida o los valores morales, alegando la separación Iglesia-Estado. Para el Prelado, se trata de un alegato “vacío y con frecuencia deshonesto”.
En su columna semanal publicada por el periódico Denver Catholic Register, Mons. Chaput sostiene que “cada año electoral la Iglesia atraviesa la misma extraña circunstancia: los católicos explican su fe, y el mundo les pide que se callen”.
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“Cada año electoral, como parte de su misión la Iglesia habla de los temas morales que moldean nuestros debates políticos. Ella nos recuerda que si nos llamamos ‘católicos’, necesitamos actuar como tales, practicando nuestra fe en nuestros asuntos de negocios, en nuestras relaciones familiares, en nuestro servicio público y en nuestras opciones políticas: incluyendo aquellas que hacemos ante el ánfora de votación”, explicó.
El Arzobispo recordó que “los Evangelios no fueron hechos para ser una colección de piedades reconfortantes y privadas. Fueron hechos para cambiar el mundo. Cualquier cosa menos vigorosa que ésta es indigna del sacrificio que Cristo hizo para redimirnos”.
“Jesús llamó a los hombres a la conversión. Como sus seguidores, tenemos la misma tarea, incluso mientras nos arrepentimos y buscamos nuestra propia conversión”, indicó.
Mons. Chaput lamentó que cada año electoral aparezcan “críticos que tratan de silenciar a los católicos advirtiéndoles insistentemente acerca de ‘la separación Iglesia-Estado’. Pero éste, es un argumento vacío y frecuentemente deshonesto”.
Primero, sostuvo, “porque si bien no es asunto de la Iglesia el apoyar a candidatos o partidos políticos específicos, si tiene la obligación –y el derecho constitucional- de hablar enérgicamente sobre asuntos sociales, económicos y políticos a la luz de Jesucristo, y de guiar a los católicos mediante su enseñanza. La Iglesia traicionaría la misión que Cristo le dio si no lo hiciera”.
Según el Prelado, “el testimonio religioso siempre ha jugado un papel activo en la vida política de los Estados Unidos. Cuando a los poderosos les gusta lo que la Iglesia hace, es ‘profética’. Cuando no les gusta, es ‘intrusa’”.
“Eliminar la religión de los debates de política pública y de las ánforas nos haría más superficiales e ignorantes; talvez más ‘apacibles’ - pero no más seguros”, aseveró.
La segunda razón de Mons. Chaput es que “incluso los más ardientes partidarios de la separación Iglesia-Estado suelen estar muy contentos de aceptar la ayuda de la Iglesia y frecuentemente su liderazgo en atender a los pobres, los enfermos, los hambrientos, los incapacitados mental y físicamente, los sin techos, los trabajadores inmigrantes y los niños de los suburbios”.
Citó como ejemplo la labor de Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Denver, el proveedor no-gubernamental más grande de ayuda a los pobres en la región de las Montañas Rocosas.
“El servicio católico a los necesitados y sufrientes funciona 24 horas al día” y “lo que la ‘separación Iglesia-Estado’ realmente significa en un año electoral es, ‘Gracias católicos –y creyentes de otras religiones- por toda su ayuda, pero ahora cállense’. No podemos darnos el lujo de ser engañados, este año o cualquier otro año, respecto de lo que significa y cuesta ser seguidores de Jesucristo”, enfatizó.
Mons. Chaput precisó que “lo que creemos siempre influye en nuestra forma de interactuar con el mundo. De lo contrario, nuestra fe es una palabra vacía. Si decimos ser católicos, debemos conformar nuestros corazones y acciones a nuestra fe: en la urna electoral, en nuestro trabajo, en las caridades que apoyamos y en nuestra conducta personal”.