El Arzobispo Paul S. Coakley, presidente del Comité de Justicia Nacional y Desarrollo Humano de la Conferencia Episcopal estadounidense (USCCB), saludó que 20 senadores anunciaran el último fin de semana una propuesta bipartidista para abordar la violencia armada.
"Estoy profundamente agradecido de que los miembros del Congreso hayan emprendido negociaciones bipartidistas para abordar la plaga de violencia armada en nuestra nación. Elogio su reciente anuncio de un marco para ayudar a prevenir la violencia sin sentido, que incluye medidas razonables de seguridad con las armas", expresó el Prelado.
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El domingo 12 de junio, senadores republicanos y demócratas llegaron a un acuerdo sobre un conjunto de medidas de seguridad sobre el uso de armamento que lograrán avanzar en el Congreso, un paso significativo que pone fin a un estancamiento de años sobre el tema.
The New York Times informó que las medidas incluyen una mejora en la verificación de antecedentes que les permita a las autoridades tener más tiempo para verificar los registros de salud mental y juvenil de cualquier posible comprador de armas que tenga menos de 21 años. La disposición se extendería para prohibir que los abusadores domésticos tengan armas.
También se buscará proporcionar fondos para que los estados promulguen leyes que permitan la confiscación temporal de armas a personas consideradas peligrosas, así como para programas de salud mental y para reforzar la seguridad y servicios de salud mental en las escuelas.
Mons. Coakley, también Arzobispo de Oklahoma City, cree que "esta voluntad de diálogo y compromiso con el bien común es un ejemplo de la 'mejor política' que defiende el Papa Francisco en su encíclica Fratelli tutti".
El Prelado animó al Congreso estadounidense "a continuar con estos importantes esfuerzos que ayudarán a construir una cultura de la vida".
"Es imperativo que este Congreso apruebe nuevas protecciones para el pueblo estadounidense", subrayó.
El comunicado de Mons. Coakley se da luego de la reciente ola de tiroteos masivos en el país.
A fines de mayo, un joven de 18 años ingresó a una escuela primaria y asesinó a tiros a 19 niños de cuarto grado y dos maestras en Uvalde, Texas. A los pocos días, el 1 de junio, ocurrió otro tiroteo en un hospital en Tulsa, Oklahoma, que dejó al menos cinco muertos y varios heridos.
Ambas masacres siguen a otros tiroteos masivos en Buffalo, Dallas y Laguna Woods.
La USCCB condenó la violencia, expresó dolor e instó al Congreso a actuar a través de diferentes medidas que fueron explicadas en un extenso comunicado.