Agustina Medina Muñoz tiene 99 años de edad y casi 80 como monja de clausura Carmelita Descalza, orden en la que tomó el nombre de Francisca Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, en honor a la santa francesa y doctora de la Iglesia de cuya mano vio madurar su vocación.
"Dicen que tengo 99 años. Me cuesta creerlo. Se me ha pasado tan pronto la vida", afirma la religiosa en un testimonio publicado en la revista Nuestra Iglesia del Arzobispado de Concepción en Chile.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
En el testimonio elaborado por las hermanas carmelitas de la religiosa, a partir de frases de la religiosa y que ella aprobó, se recuerda que Francisca Teresa nació el 23 de marzo de 1923 y que es la primera de ocho hermanos.
"Mi abuelita Asunción vivió siempre con nosotros y fue parte de la familia. Fue una de las personas más importantes de mi vida. Su cariño, su piedad a la Santísima Virgen me sirvieron siempre de guía en mi vida", dice la religiosa carmelita.
"Mi familia fue muy determinante en mi vocación. Mi padre era un hombre de oración, no solo iba a Misa, yo le veía rezar. El rezo del Rosario en familia para mí era algo cotidiano", prosigue.
"La Santísima Virgen ocupaba un lugar privilegiado en mi familia, Ella era la dueña de casa, la Reina del hogar", destaca.
A pesar de que "no nos faltaron dificultades en la vida, cuando se tiene fe, todo se vive de otra manera, incluso el sufrimiento encuentra su sentido. Todo esto lo aprendí en mi familia".
Su vínculo con los carmelitas se inició con el Padre Avertano, carmelita descalzo que conoció a Santa Teresa de Los Andes y que solía ir a su casa por ser director espiritual de su madre.
Luego con la lectura de "Historia de un alma", libro de Santa Teresa del Niño Jesús, santa francesa patrona de las misiones y Doctora de la Iglesia.
"Fue bajo el influjo de sus escritos", también en francés, "que me sentí impulsada a entrar en el Carmelo".
La religiosa recuerda que tuvo que renunciar a tener novio y a su violín, que era "uno de mis grandes amores".
"Entré en el Carmelo de Los Andes a los 20 años", en 1943. Luego se trasladó al Monasterio de Concepción donde ha vivido el mayor tiempo de su vida religiosa.
"Me siento feliz de ser Carmelita. A mis 99 años puedo decir que he sido feliz en mi vida consagrada", asegura.
En la vida religiosa "tampoco me han faltado dificultades, pero vale la pena vivir la vida entregada a Dios. El deseo más grande de mi corazón ha sido la unión con Jesús, ser Luz con Él. Y deseo mucho verlo pronto".
Para concluir, la hermana Francisca Teresa que a María le dice "Mamita Virgen" y que "en ella encuentro todo. Los invito a hacer la prueba de invocarla como madre".