En la mañana de este domingo 5 de junio, solemnidad de Pentecostés, el Papa Francisco participó en la Misa celebrada en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
Durante su homilía, que leyó sentado en su silla de ruedas, el Papa Francisco explicó que "el Espíritu nos hace ver todo de una manera nueva, según la mirada de Jesús".
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"Yo lo expresaría así: en el gran viaje de la vida, Él nos enseña por dónde empezar, qué caminos tomar y cómo caminar", dijo a continuación.
Además, el Santo Padre aseguró que "el Espíritu nos recuerda que, sin el amor en la base, todo lo demás es vano. Y que este amor no proviene tanto de nuestras capacidades, este amor es Su regalo".
"Él nos enseña a amar, y debemos pedir este don. Es el Espíritu de amor el que pone el amor en nosotros, es Él quien nos hace sentir amados y nos enseña a amar. Es Él quien es el "motor" -por así decirlo- de nuestra vida espiritual. Es Él quien mueve todo dentro de nosotros. Pero si no empezamos desde el Espíritu o con el Espíritu o a través del Espíritu, no se puede hacer el camino", destacó.
El Papa Francisco señaló aquellas ocasiones en las que recordamos "las cosas que van mal", como las caídas y decepciones. Ante esto, el Papa aseguró que el Espíritu, aunque hayas perdido la confianza, siempre te dice: "¡Dios confía en ti!".
"Esta es la memoria del Espíritu, lo que el Espíritu nos recuerda constantemente: Dios se acuerda de ti. Tú perderás la memoria de Dios, pero Dios no la pierde de ti: se acuerda continuamente de ti", aseguró.
"Porque Él, el Consolador, es el Espíritu de curación, es el Espíritu de resurrección y puede transformar esas heridas que arden dentro de ti. Nos enseña a no recortar los recuerdos de las personas y situaciones que nos han hecho daño, sino a dejar que habiten en su presencia", explicó el Pontífice.
Más tarde, el Papa señaló que "sana los recuerdos" y vuelve "a poner en primer lugar lo que cuenta: el recuerdo del amor de Dios, su mirada sobre nosotros".
"Así que pone la vida en orden: nos enseña a aceptarnos a nosotros mismos, nos enseña a perdonar, a perdonarnos. No es fácil perdonarnos a nosotros mismos: el Espíritu nos enseña este camino, nos enseña a reconciliarnos con el pasado, para empezar de nuevo".
El Papa Francisco también subrayó la necesidad de distinguir entre el Espíritu Santo y "el espíritu del mal". "Ambos nos hablan: aprender a discernir para entender dónde está la voz del Espíritu, para reconocerla y seguir el camino, para seguir las cosas que Él nos dice".
"El Espíritu Santo nunca te dirá que todo va bien en tu camino. Nunca te dirá eso, porque no es cierto. No, te corrige, incluso te hace llorar por tus pecados; te insta a cambiar, a luchar con tus falsedades y duplicidades, aunque eso requiera esfuerzo, lucha interior y sacrificio", advirtió el Papa Francisco.
Además, aseguró que el espíritu del mal es aquel que nos hace quejarnos, quien invita al egoísmo y explicó que "la envidia es la puerta por la que entra el espíritu maligno, lo dice la Biblia: por la envidia del diablo ha entrado el mal en el mundo. ¡Nunca envidiar, nunca!", pidió el Santo Padre.
"Cuando permaneces con el vacío en tu interior, el espíritu maligno te acusa, se convierte en el acusador, y te derriba, te destruye. El Espíritu Santo, que te corrige en el camino, nunca te abandona, nunca, sino que te lleva de la mano, te consuela y te anima siempre", defendió.
Además, explicó que "el Espíritu nos libera de la obsesión de las urgencias y nos invita a recorrer caminos antiguos y siempre nuevos, los caminos del testimonio, los caminos de la pobreza, los caminos de la misión, para liberarnos de nosotros mismos y enviarnos al mundo".
Por último, el Papa invitó a ponernos "en la escuela del Espíritu Santo, para que nos enseñe todas las cosas. Invoquémosle cada día, para que nos recuerde que debemos partir siempre de la mirada de Dios sobre nosotros, para movernos en nuestras opciones escuchando su voz, para caminar juntos, como Iglesia, dóciles a Él y abiertos al mundo".