Un monumento que representa tanto al Sagrado Corazón como a Cristo Rey del Universo se erige a muy pocos pasos de la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México, que custodia la tilma original en la que apareció milagrosamente la imagen de la Virgen María el 12 de diciembre de 1531.
El monumento se levanta junto al cerro del Tepeyac, donde Nuestra Señora de Guadalupe se apareció al indígena San Juan Diego hace casi 500 años, por iniciativa del grupo Camminare, un movimiento católico que promueve el amor al Sagrado Corazón de Jesús.
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La imagen del Sagrado Corazón de Jesús fue colocada al pie del Tepeyac hace nueve años, y coronada por el hoy Arzobispo Emérito de México, Cardenal Norberto Rivera Carrera, en noviembre de 2013, al concluir el Año de la Fe.
En el marco de las celebraciones por el mes del Sagrado Corazón, este viernes 3 de junio se celebrará la Santa Misa en la Capilla de San José, dentro de la Basílica de Guadalupe, a las 11:00 a.m. (hora local).
La celebración de la Misa este 3 de junio tiene también la intención de promover la entronización del Sagrado Corazón en cada hogar.
Además, quienes participen en la Misa podrán obtener la indulgencia plenaria concedida por el Papa Francisco con ocasión del Año Santo del Cristo del Atentado, en la Basílica de Guadalupe.
Para conseguir la indulgencia plenaria, además de participar en la Santa Misa completa, los fieles deberán rezar por las intenciones del Papa, confesarse, y comulgar.
Si bien la devoción al Sagrado Corazón de Jesús hunde sus raíces en los inicios del cristianismo, sería la religiosa Santa Margarita Alacoque la vidente a la que el Señor le mostraría su amoroso corazón, en el siglo XVII.
Además le confió varias promesas para los devotos del Sagrado Corazón, entre ellas que pondría paz en sus familias, y que sería su amparo y refugio seguro durante la vida y, especialmente, a la hora de la muerte.
La Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo se celebra el último domingo del Tiempo ordinario, antes de comenzar el Adviento. La celebración fue instituida por el Papa Pío XI, el 11 de diciembre de 1925.