Al concluir la celebración eucarística dominical en la Catedral Metropolitana, el Arzobispo Primado de México, Cardenal Norberto Rivera, manifestó su desconcierto porque en el país “se reprueba la clonación de las tarjetas (de crédito) y no se reprueba la clonación humana”.
El Arzobispo reafirmó la necesidad de rechazar la clonación humana y recordó que hoy se llevará a cabo una rueda de prensa encabezada por médicos y representantes de la Iglesia Católica para explicar su postura y argumentos sobre la ley que crea el Instituto de Medicina Genómica y permite la clonación terapéutica a base de embriones.
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Asimismo, el Cardenal se refirió a la situación de violencia en el país y afirmó que aunque “vemos signos de descomposición, yo creo que eso no es el final de México, ni quiere decir que la democracia se haya estancado, sino que estamos en un cambio en el que debemos contribuir todos”.
“Estamos en una época de transformación en el país, pues se está dando un cambio en donde todavía tenemos un presidencialismo y se quiere manejar como si fuéramos un parlamento”, agregó el Purpurado.
Por otro lado, durante su homilía en la Misa por el IV Domingo de Pascua, el Arzobispo resaltó que “el Evangelio nos dice que ‘las ovejas conocen a su Pastor’. Este es nuestro principal deber como seguidores de Jesucristo: conocerlo cada vez mejor”.
“Sabiendo que, conocer en sentido bíblico significa no un conocer frío, meramente intelectual, de un personaje histórico del pasado, sino tener relaciones vivas, confiadas y amorosas con una persona. Esto nos lleva a una escucha continua del Evangelio, a un trato frecuente en la oración y a un encuentro con Jesucristo vivo en cada uno de los hermanos”, añadió el Cardenal.
El Purpurado explicó que “nosotros no podemos quedar satisfechos, contemplando solamente de lejos la tierra prometida que nos espera; debemos decidirnos a ponernos en camino y a no tener miedo de enfrentar nuestro futuro”.
Finalmente, el Cardenal se refirió a la fiesta de la Santa Cruz que se celebra hoy en México y afirmó que es una celebración “con profundas raíces en nuestro pueblo que tiene su origen en Jerusalén en los primeros siglos del cristianismo”.