El sacerdote jesuita chileno Felipe Berríos, acusado a fines de abril de haber abusado de una menor de edad hace más de 18 años, emitió una declaración pública en la que se declaró inocente y pidió al Ministerio Público que se le inicie una investigación.
"Quiero que se me investigue al igual que cualquier ciudadano de este país y para ello y en vista de que la denunciante no ha recurrido a la justicia, hoy ingresé un escrito ante el Ministerio Público solicitando que se inicie una investigación sobre los hechos descritos en la denuncia así como también respecto de lo publicado en algunos medios de comunicación, que indican que habría otras denuncias, las que a la fecha desconozco y no me han sido informadas", escribió el P. Berríos el 30 de mayo, en la declaración compartida por CNN.
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"He decidido iniciar este trámite a pesar de la exposición que implica un proceso de investigación penal como este. Los hechos que se me imputan en la única denuncia que conozco no son ciertos y aspiro a que se conozca públicamente la verdad", aseguró.
También dijo que busca la posibilidad de poder defenderse "ante el Ministerio Público y los tribunales en la forma más transparente posible".
A inicios de este mes la Compañía de Jesús (jesuitas) en Chile informó que el jueves 28 de abril recibió una denuncia de una mujer adulta en contra del jesuita Berríos por hechos de connotación sexual que "habrían ocurrido cuando la denunciante era menor de edad".
El 2 de mayo, la Iglesia en Chile decretó la apertura de una investigación previa canónica en contra del jesuita, que es conocido por sostener posturas contrarias a la doctrina católica, como estar a favor del mal llamado "matrimonio" gay.
Mientras dura la investigación canónica, el sacerdote permanecerá suspendido del ejercicio de su ministerio público.
En la declaración del 30 de mayo, el P. Berríos recordó que la "denuncia fue presentada solo ante la Iglesia y no ante el Ministerio Público, lo que significa estoy sometido a un proceso canónico que, por regla, se debe mantener en estricto secreto".
Según el jesuita, la decisión de solicitar una investigación a la Justicia chilena fue porque "la opinión pública no sabe de qué se le acusa" y no está de acuerdo "que los sacerdotes debamos tener una justicia especial" en el fuero eclesial.
"Esto es visto, con justa razón, como un privilegio por el resto de los chilenos. No digo que el proceso canónico sea malo, sino que es insuficiente y desconocido para el común de la gente", añadió.
El P. Berríos aseguró que ha "guardado un riguroso silencio por casi un mes", con "respeto por la denunciante", pero lamentó que la prensa local haya publicado más datos acerca del caso, "la mayoría de ellos de fuentes no identificadas y se han echado a correr muchos rumores falsos".
"Por todo esto, no puedo seguir callando (…) Espero que, de ahora en adelante, toda información que se divulgue sea pública, abierta, transparente y, sobre todo, respetuosa de la verdad", concluyó el jesuita.
Otras denuncias en su contra
El 11 de mayo, algunos días después del comunicado de los jesuitas chilenos, el diario chileno La Segunda informó que otras cuatro personas denunciaron al P. Berríos.
Dos de ellas apoyaron la denuncia de la primera presunta víctima, y las otras dos habrían sido víctimas del sacerdote cuando tenían entre 14 y 17 años.
El diario sostuvo que las nuevas denuncias se presentaron ante la Fundación para la Confianza, institución civil que ha acompañado a la primera supuesta víctima.