"Camino, camino, camino". Esta es la palabra que resonaba una y otra vez en la cabeza de Carlota Valenzuela, la joven española que tras descubrir lo que Dios había puesto en su alma decidió emprender la mayor aventura de su vida.
Con gran valentía salió el 2 de enero desde Finisterre -un cabo situado en la costa gallega española conocido como "fin del mundo"-, con tan sólo una mochila a sus espaldas y una gran fe en el corazón.
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Serán 12 países y 6.000 km los que atravesará para peregrinar desde "el fin" hasta el "principio" de todo: Jerusalén, donde pretende llegar la próxima Navidad.
Un viaje de entera confianza en el Señor y sacrificio, con el que Carlota busca entregarse de una forma completa a Cristo y agradecerle de la forma más humilde y sincera el gran regalo que Él le ha hecho: la vida.
Primeros km. hacia Jerusalén. Crédito: Carlota Valenzuela
Y tú, ¿a quién buscas?
Después de cinco meses y llegando a la mitad de su viaje, la joven española conversó con ACI Prensa a su paso por Roma. Con una gran sonrisa y sencillez, explicó que fue a principios de verano de 2021 cuando sintió que Dios le pedía "entregarse a Él de una forma más clara y más completa".
"Pero no entendía muy bien cómo, y en mi cabeza resonaba mucho la palabra 'camino', pero no entendía muy bien qué era ese camino y durante unos meses estuve teniendo esta sensación, hasta que un día en oración tuve muy claro y sentí que Dios me preguntaba: ¿Pero y tú, a quién buscas?".
Ella sabía que era a Jesús a quien buscaba, y fue entonces cuando sintió que Dios le preguntaba de nuevo acerca del lugar dónde podría encontrarlo. Y entonces lo tuvo claro: debía peregrinar a Jerusalén.
Peregrinando por la costa. Crédito: Carlota Valenzuela
Dejó atrás un trabajo, amigos y una familia, pero explicó que no fue una decisión difícil, "porque cuando sientes de una forma tan clara que es lo que Dios ha puesto en ti, por lo menos en mi caso, no fue una gran renuncia, porque era tan bonito lo que estaba sintiendo y sentí tanta paz y tanta alegría que sentí realmente que era lo que tenía que hacer".
"El paso de contarlo se hizo un poco más complicado, a mis padres por ejemplo, que al contárselo fue algo que les preocupó muchísimo y les causó mucha angustia. Y para una hija ver a sus padres tan preocupados pues no es sencillo. Pero confiaba en que al final esto era para algo bueno y sabía que aunque tuviese que pasar por ese trámite un poco más difícil, luego esto iba a tener sentido", aseguró.
Cada día, un nuevo regalo
Más allá del esfuerzo físico, la peregrina se preparó para el "esfuerzo" espiritual, repitiéndose cada día que era lo que Dios quería para ella.
"Yo a Dios le decía: 'Tú sabrás, yo me estoy entregando y espero que tengas esto medio controlado, porque yo no tengo ni idea de lo que está pasando'. Y con ese inicio del proceso de abandono, fue con lo que entrené para enfrentarme a esto de forma espiritual".
Carlota definió el camino recorrido con una sola palabra que enseguida le vino a la cabeza: regalo.
"Siento que lo que Dios hace cada día es regalarme. Regalarme muchísimos encuentros, muchísimas experiencias. Regalarme aprendizajes constantes y siento que cada día no me merezco nada de lo que está pasando, pero al final no tengo que merecerlo, tengo que vivirlo", explicó a ACI Prensa.
En el Santuario de Lourdes. Crédito: Carlota Valenzuela
Instantes para recordar
Ha recorrido algunos santuarios y lugares que le han transmitido una paz especial, como el Santuario de Lourdes en Francia o Cotignac, el lugar donde se apareció San José.
De estas experiencias se lleva algunos instantes que recordará siempre, "como un abrazo después de haber compartido una tarde, una noche, un desayuno con alguien que no me conoce de nada y que me ha abierto las puertas de su casa en esta aventura, el momento de la despedida diría que es como el instante de agradecimiento y de unión preciosa que es un vínculo que de alguna forma va a perpetuar en el tiempo".
Con las Hermanas del Instituto del Verbo Encarnado en Tuscania, Italia. Crédito: Carlota Valenzuela
Siempre de la mano de Dios
A pesar de recorrer el camino ella sola, Carlota aseguró que Jesús recorre el camino con ella.
"Siento que Él se encarga, que esto no depende de mí, depende de Él. Nunca he sentido ese tipo de soledad, aunque nunca había estado tanto tiempo sola en mi vida".
Además, ante los momentos de "desierto espiritual" explicó que siempre intenta lograr la fuerza para seguir avanzando y entender que "no es que Dios no esté, sino que yo no soy capaz de verle, pero Él está todo el rato".
"Mi oración ha ido cambiando muchísimo y voy aprendiendo poco a poco a contemplar, a ver los paisajes y contemplar la obra de Dios en las cosas que veo, en el canto de los pájaros, en cómo se mueven las hojas con el viento, en los paisajes…".
Caminando por la nieve. Crédito: Carlota Valenzuela
Evangelizando en redes
A través de su cuenta de Instagram @finisterreajerusalen, que ya cuenta con más de 12 mil seguidores, Carlota va transmitiendo el día a día de su peregrinaje y compartiendo las enseñanzas del camino.
"En ningún momento pude vaticinar que iba a pasar algo así, como con la generosidad, los encuentros que estoy teniendo, tanto con gente como conmigo misma en oración con Dios".
"Nada de lo que está pasando podría habérmelo imaginado en la vida y cuando hice una cuenta de instagram para este viaje, me lo imaginé más como una forma de contar a mis amigos lo que me iba pasando, pero no pensé que fuera a tener la repercusión que está teniendo, en ningún momento", explicó la peregrina.
Peregrinaje bajo la lluvia. Crédito: Carlota Valenzuela
La lección de abandono
Carlota explicó que el peregrinaje le ha enseñado a abandonarse en Dios y aseguró que puede confiar en Dios "porque Él siempre lo tiene todo en sus manos, y cuando no confío y tengo miedos, lo único que estoy haciendo es separarme de Dios y decirle: no me fío de ti".
"Cuando en realidad Dios me demuestra todos los días que tengo más de mil razones para poder fiarme de Él, entonces mi aprendizaje es ese abandono".
"Yo me imagino un poco como un niño pequeño que no se preocupa qué va a cenar cada noche, porque sabe que sus padres le van a dar de cenar todas las noches. Pues yo intento no preocuparme por lo que me va a pasar cada día, porque al final hay un padre que me está cuidando".
"Aunque nosotros tenemos que trabajar también, no vale sentarse en un sofá y esperar a que Dios lo haga todo, porque tú te tienes que poner también en movimiento. Pero al ponerte en movimiento, no agobiarte", defendió Carlota.
"Al final pasamos mucho tiempo pensando en el futuro y es tiempo que nos roba del presente. Cuando tú estás viviendo lo que estás viviendo en ese momento, estás en el presente y confiando, y diciendo que a los problemas de después, ya les darás solución. Pero cuando vivimos en esa rueda de preocupación, lo que nos estamos perdiendo es el regalo que es el presente".
"Roma es Pedro"
Llegó a la Plaza de San Pedro desde hace unos días, y emocionada visitó la tumba de su Santo favorito, San Pedro.
"Para mi Pedro tiene una posición en mi vida súper importante porque en los momentos en los que no me siento merecedora de todo lo que Dios me da, me acuerdo muchísimo de él".
"Pienso en Pedro que era un 'desastre' realmente, que era una persona que tenía muchísimos defectos y que tropezaba muchísimo, y que Jesús le quisiera tantísimo y le diera esa responsabilidad y ese papel tan importante, me hace tranquilizarme y pensar que no tengo que ser perfecta, sino que tengo que abandonarme".
"Cuando llegué hace un par de días a la Plaza de San Pedro sentí que estaba viniendo a verle y le dije: estoy igual que tú, y si Dios confió tantísimo en ti, qué no me dará a mi si a ti también te dio tantísimo".
Tras la Audiencia General del próximo miércoles 1 de junio, tendrá la oportunidad de saludar al sucesor de Pedro, el Papa Francisco, a quien pedirá que bendiga esta peregrinación "para que mediante mí, Dios también pueda bendecir a otros. Para yo ser un instrumento, más allá, en pequeñez y en este viaje, que esto pueda servir no solamente para mí sino también para otros".
Llegada a Roma. Crédito: Daniel Ibáñez/ACI Prensa
Una sola vida
La joven peregrina explicó que tras estos cinco meses de camino ya se siente algo cambiada. "No tengo nada que ver con la Carlota que salió el 2 de enero desde Finisterre. Pienso que en esencia sigo siendo yo, pero que estoy pasando por un proceso muy fuerte y de hecho tengo la sensación de que no voy a entender todo lo que está pasando hasta que pase mucho tiempo".
Además, animó a todas aquellas personas que tienen cierta inquietud a que sean valientes "para entender qué es lo que Dios ha puesto dentro de su corazón. Porque Dios pone algo diferente en cada uno".
"Muchas veces caigo en el error de pensar en que hay un camino del éxito, que hay una vía. Pero al final Dios nos ha creado a cada uno con nuestro nombre, con nuestra cara, y nos ha mirado de forma personal a cada uno".
"Yo invitaría a la gente a que tenga la valentía de investigar un poco por dentro, preguntarse qué es lo que Dios ha puesto dentro de mí, y en ese camino de descubrimiento, cuando empiecen a atisbar por dónde va la cosa, pues que se pongan en marcha. Que la vida es una, aunque suene muy típico. La vida es una y sólo hay una oportunidad para llegar a esa plenitud".
"Que se haga en mí su voluntad"
Carlota explicó a continuación que su intención es estar en Tierra Santa en Navidad, aunque le gustaría llegar con tiempo "para poder peregrinar a pie en los lugares donde vivió Jesús, donde enseñó… quiero tener tiempo para poder disfrutar de todo eso y no llegar corriendo de un sitio a otro".
Una vez en Tierra Santa, aseguró que le dirá al Señor "lo que le llevo diciendo desde que empecé: que aquí estoy, para que haga en mí su voluntad".