La Iglesia Católica tiene siete sacramentos, de los cuales la Eucaristía es el "Sacramento de los sacramentos", como afirmó Santo Tomás de Aquino.
Como enseña la doctrina católica, la Eucaristía es la presencia real de Jesucristo en cuerpo, sangre, alma y divinidad, bajo la apariencia de pan y vino. Además, se le conoce como "Santa Comunión".
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"Comunión" proviene del latín communio, que significa "estar en unión con". El Catecismo de la Iglesia Católica señala en su numeral 1331 que a la Eucaristía se le refiere con este nombre "porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo".
Asimismo, afirma en el numeral 1419 que quien acoge a Jesús en la Eucaristía recibe también "la prenda de la gloria que tendremos junto a Él". "La participación en el Santo Sacrificio nos identifica con su Corazón, sostiene nuestras fuerzas a lo largo del peregrinar de esta vida, nos hace desear la Vida eterna y nos une ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la Santa Virgen María y a todos los santos", añade.
Además, en el numeral 1416 la Iglesia también enseña que recibir la Eucaristía "acrecienta la unión del comulgante con el Señor, le perdona los pecados veniales y lo preserva de pecados graves".
Recibir la Comunión puede transformar la vida espiritual de la persona. Por eso, en su exhortación apostólica Evangelii gaudium, el Papa Francisco señaló que este sacramento "no es un premio para los perfectos sino una poderosa medicina y alimento para los débiles".
Al mismo tiempo, la Iglesia se basa en las Escrituras al establecer los requisitos para recibir la Sagrada Comunión; porque como dice San Pablo: "Por tanto, quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba el cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condena".
En ese sentido, la Iglesia enseña que hay dos requisitos básicos que los católicos deben cumplir para recibir dignamente la Sagrada Comunión:
1. Estar en estado de gracia
Estar en "estado de gracia" significa estar libre de pecado mortal. Como dice el Catecismo en el numeral 1415: "Si uno tiene conciencia de haber pecado mortalmente no debe acercarse a la Eucaristía sin haber recibido previamente la absolución en el sacramento de la Penitencia".
¿Qué es un pecado mortal? El Catecismo explica que este "destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior".
Para que un pecado sea mortal, uno debe ser consciente de que el acto es pecaminoso y cometerlo conscientemente de todos modos.
Entre los pecados mortales están el asesinato, adulterio, fornicación, actos homosexuales, robo, aborto, eutanasia, pornografía y aprovecharse de los pobres. La Iglesia enseña que faltar intencionalmente a Misa en un domingo o día de precepto cuando uno puede asistir también es un pecado mortal.
El Código de Derecho Canónico de 1983 enfatiza en el canon 916 este requisito para recibir la Sagrada Comunión: "Quien tenga conciencia de hallarse en pecado grave, no celebre la Misa ni comulgue el Cuerpo del Señor sin acudir antes a la confesión sacramental, a no ser que concurra un motivo grave y no haya oportunidad de confesarse; y en este caso, tenga presente que está obligado a hacer un acto de contrición perfecta, que incluye el propósito de confesarse cuanto antes".
Los obispos de Estados Unidos, en el documento que adoptaron en noviembre de 2021 titulado "El misterio de la Eucaristía en la vida de la Iglesia", profundizan en este importante punto.
"Recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo en estado de pecado mortal representa una contradicción", afirma el documento. "La persona que, por su propia acción, ha roto la comunión con Cristo y su Iglesia pero recibe el Santísimo Sacramento, actúa incoherentemente, reclamando y rechazando al mismo tiempo la comunión. Es, pues, un contrasigno, una mentira: expresa una comunión que de hecho se ha roto".
En ese sentido, el documento explica que el sacramento de la Penitencia "nos brinda la oportunidad de recuperar el don de la gracia santificante y de ser restaurados a la plena comunión con Dios y la Iglesia. Todo lo que el sacramento requiere de nosotros como penitentes es tener contrición por nuestros pecados, decidir no volver a pecar, confesar nuestros pecados, recibir la absolución sacramental y hacer la penitencia asignada".
2. Observar el ayuno eucarístico
El derecho canónico establece: "Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la sagrada comunión, a excepción sólo del agua y de las medicinas".
Sin embargo, los ancianos, los enfermos y sus cuidadores están exentos del ayuno eucarístico. Asimismo, los sacerdotes y diáconos no pueden dispensar a alguien del ayuno eucarístico a menos que el obispo les haya concedido expresamente tal facultad.
Traducido y adaptado por Eduardo Berdejo. Publicado originalmente en CNA.