El Papa Juan Pablo II aseguró que la familia, “como origen y base de la sociedad humana”, tiene “un rol irreemplazable en la construcción de la solidaridad intergeneracional”.
“No hay edad en la que se deja de ser padre o madre, hijo o hija", recordó el Papa al recibir esta mañana a los miembros de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales que celebra su asamblea plenaria y al mismo tiempo el décimo aniversario de su fundación en 1994 por el Papa.
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El Santo Padre agradeció su labor al ex presidente, Edmond Malinvaud y manifestó sus mejores deseos a la nueva presidenta Mary Ann Glendon.
Refiriéndose al tema de la solidaridad intergeneracional que reflexiona la asamblea, el Papa señaló que “hace tiempo se daba por descontado que los hijos, una vez que crecían, se ocupaban de sus padres ancianos. La familia era el lugar primario de la solidaridad intergeneracional".
El matrimonio, explicó el Santo Padre, hacía extensiva su solidaridad a los hijos, que " a su vez llevaba a la solidaridad entre los hijos adultos y sus progenitores ancianos".
Juan Pablo II habló de los cambios significativos en las relaciones intergeneracionales debido a "la debilitación del vínculo matrimonial y las presiones de la sociedad de consumo, que hace que las familias trasladen su atención del hogar al lugar de trabajo o a varias actividades sociales. A veces, los hijos se consideran, incluso antes de su nacimiento, como un obstáculo para la realización personal de sus padres, o como un objeto que se puede elegir entre otros".
El Santo Padre afirmó que esperaba que el análisis de este tema por parte de la Academia llevase a "una percepción más clara de la necesidad de solidaridad que atraviesa las generaciones y une individuos y grupos en la asistencia y el enriquecimiento mutuos".
También subrayó la necesidad de prestar atención especial a "la situación precaria de muchas personas ancianas, muchas de las cuales carecen de recursos o cuya pensión es insuficiente, mientras otras sufren enfermedades físicas, algunos no se sienten ya útiles o se avergüenzan porque requieren cuidados especiales, y a los tantos que sencillamente se sienten abandonados".