Un importante médico católico señaló recientemente que "no tiene ningún sentido (...) negarse a dar la sagrada comunión en la boca" en la situación actual de la pandemia de COVID-19.
En un artículo titulado "Discronías COVID", el Dr. José María Simón Castellví, presidente emérito de la Federación Internacional de Asociaciones Médicas Católicas (FIAMC), dijo que "las misas, los sacramentos, el agua bendita, las publicaciones, se pueden administrar con seguridad y pocas molestias".
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"No tiene ningún sentido eliminar el agua bendita de nuestras pilas, ni seguir recomendando ver la misa por televisión (salvo los muy enfermos o contagiados productivos), ni negarse a dar la sagrada comunión en la boca, ni eliminar el sacramento de la confesión (hay muchas soluciones imaginativas posibles para que la audición sea segura), ni evitar hacer un gesto de paz o inclinación cuando toque", señaló.
El médico católico precisó que "la Iglesia atiende a las personas una a una, personalmente".
"Hay actos comunitarios pero algunos son de una persona cada vez. La comunión es para todos y cada uno (si están debidamente dispuestos), no es una efusión general, es algo de persona a persona", señaló.
A medida que los casos han ido disminuyendo tanto en número como en gravedad, diversos países han ido retirando restricciones impuestas a sus ciudadanos. Algunos ya no exigen el uso de mascarillas en espacios públicos cerrados, y permiten el uso de lugares como los templos católicos a toda su capacidad.
Otros países, como China, se mantienen estrictas medidas de confinamiento.
En su artículo, el Dr. Simón Castellví dijo que "puedo entender que en las primeras semanas de una epidemia nueva se sea estricto y se opte por intentar romper radicalmente la cadena de transmisión de la enfermedad".
"Sin embargo, ya conocemos bien (todo es mejorable, claro) la transmisión del virus y deberíamos mejorar la calidad de vida de nuestros conciudadanos", señaló.
Esto, indicó, incluye animar "a vacunarse, a contactar con su médico en caso de síntomas, a ventilar bien los locales o hacer vida en el exterior, a no exponerse innecesariamente a concentraciones humanas, a continuar con la higiene de manos y superficies (aunque no obsesivamente) y a utilizar la mascarilla en ambientes cargados o en el caso de personas vulnerables".
El profesional de la salud expresó también su sorpresa por "los vaivenes témporo-espaciales en las medidas" que han implementado diversos países.
"Tomo un avión que exige mascarilla de alta filtración para embarcar, desde un aeropuerto que no la exige, para llegar a una ciudad donde se supone que te piden el certificado de vacunación pero no lo hacen", indicó.
El Dr. Simón Castellví dijo luego que "por motivos insondables las recomendaciones u obligaciones que nos evacúan las autoridades sanitarias no siempre casan con lo que las Sociedades Científicas o las Reales Academias determinan".
"A cada escalón de prevención corresponden unos efectos beneficiosos y unos adversos y se debería decidir el riesgo que se quiere asumir. Y este riesgo debería constar claro para que pudiéramos los adultos decidir en consecuencia y ayudar a los niños a pasar la mejor infancia posible", expresó.
El presidente emérito de la FIAMC señaló que "como es natural me interesan también las medidas que se toman en las iglesias, al administrar los sacramentos, al proclamar la Palabra y al ejercitar la Caritas".
"No me gustó leer un artículo que criticaba duramente la actuación de la Iglesia en la pandemia de la llamada gripe española de hace cien años. Parece que las aglomeraciones de fieles en las rogativas contribuyeron a la expansión del virus", dijo.
Sin embargo, subrayó, "es bueno hacer rogativas. Y se tiene que contar con los médicos para minimizar los riesgos".
"El 'orad y vigilad' que nos dijo el mismo Jesucristo nos da una de las claves", subrayó.