Hoy 12 de mayo, Día Internacional de la Enfermería 2024, recordamos a los santos que son reconocidos por haber aportado a esta profesión o haberse dedicado al cuidado de los enfermos más pobres.

Santa Águeda de Catania

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Santa Águeda de Catania es la patrona de las enfermeras. Ella fue una joven que consagró a Dios su pureza y murió mártir en el siglo III, durante una persecución contra los cristianos ordenada por el emperador Decio.

Según la tradición, el gobernador Quinciano ordenó que a Águeda le cortaran los pechos y la azotaran, pero en la noche de ese día el Apóstol San Pedro se le apareció, sanó sus heridas y la animó a aceptar su cruz. Al verla sana al día siguiente, sus captores la asesinaron lanzándola sobre brasas ardientes.

Los católicos piden la intercesión de Santa Águeda por las mujeres con partos complejos o con problemas de lactancia, y en general por quienes sienten dolor en el pecho. También es considerada protectora de las mujeres y patrona de las enfermeras.

Santa Teresa de Calcuta

La Madre Teresa nació en 1910 en Skopje, perteneciente en ese entonces a Albania. Es recordada por haber fundado a las Misioneras de la Caridad, congregación que hasta el día de hoy atiende a miles de enfermos en extrema pobreza alrededor del mundo.

La religiosa dedicó su vida a recorrer los barrios pobres de la India, donde visitó familias, lavó las heridas de los enfermos y ayudó a los olvidados, entre ellos los leprosos y los llamados “intocables”, la casta hindú más baja.

Recibió el premio Nobel de la Paz y murió a los 87 años en 1997. Fue canonizada el 2016 por el Papa Francisco.

En 2019 el Papa Francisco recordó que Santa Teresa de Calcuta es “un modelo de caridad que hizo visible el amor de Dios por los pobres y los enfermos”.

Santa Isabel de Hungría

Esta santa del siglo XIII, hija del rey húngaro Andrés II el Hierosolimitano, fue una joven madre que aprovechó su posición para ayudar a los enfermos en situación de pobreza.

Isabel, que vivió por más de 15 años en el Castillo de Wartburg, mandó a construir un hospital con 28 camas y visitaba todos los días a los enfermos para atenderlos personalmente. A fin de costear su obra de caridad, inclusive tuvo que vender sus joyas y vestidos.

La noble mujer se casó con el príncipe Luis II, Landgrave de Turingia, pero cuando este murió, decidió tomar el hábito de la tercera Orden de San Francisco de Asís. Isabel murió en 1231, a los 24 años, luego de vivir por varios años austeramente y trabajando como costurera.

Santa Catalina de Siena

Catalina, nacida en Siena (Italia) en 1347, fue una mística terciaria dominica, declarada Doctora de la Iglesia y copatrona de Europa.

Desde que se consagró como religiosa asumió un compromiso con los pobres y enfermos.

El libro “La leyenda mayor” del Beato Raimundo de Capua narra que Catalina ayudó en el hospital a una mujer leprosa llamada Cecca. No sólo le dio limosnas, sino que le ofreció sus cuidados. Cada mañana y cada tarde, visitaba a la enferma personalmente, cocinaba y le servía los alimentos.

Santa Luisa de Marillac 

Esta santa nacida en Francia en 1591 fue cofundadora de las Hijas de la Caridad junto a San Vicente de Paúl.

Al inicio de su ministerio, Luisa se hizo cargo de un hospital de la ciudad de Angers que se encontraba abandonado, y en París cuidó a los afectados por una epidemia.

Luisa siempre insistió en lavar a los enfermos pobres, algo poco usual en aquella época.

Antes de partir, dejó este mensaje a sus hermanas espirituales: “Os ruego que no se deje nunca de lavar los pies de los enfermos que entran, que se les lave la ropa y se los trate con gran dulzura y caridad: vuestra obligación es que tengan los remedios y el alimento a tiempo”.

Con la guía de Luisa de Marillac las Hermanas de la Caridad extendieron su servicio a otros hospitales, orfanatos, casas de reposo, instituciones para enfermos mentales, etc.

Santa Luisa de Marillac murió el 15 de marzo de 1660. Fue canonizada en 1934 por el Papa Pio XI. En 1960 el Papa San Juan XXIII la nombró patrona de los asistentes sociales.

San Artémides Zatti

En noviembre de 2022 los obispos de Argentina declararon a San Artémides Zatti como patrono de los enfermeros de ese país, mes y medio después de ser canonizado.

Desde muy joven asistió a una parroquia salesiana y comenzó su camino al sacerdocio, hasta que contrajo tuberculosis cuidando a un sacerdote.

Artémides prometió a María Auxiliadora que, si se curaba, entregaría su vida al cuidado de los enfermos. Por eso abandonó la idea del sacerdocio y se hizo salesiano coadjutor, dedicándose al servicio en el campo de la Medicina.

Con 35 años, Zatti se convirtió en director del hospital dirigido por los salesianos en Viedma. Más tarde, también pasó a ser el gerente de la farmacia y recibió su licencia como enfermero profesional.

Zatti trabajaba en el hospital y también viajaba a las periferias de Viedma y a la vecina ciudad de Carmen de Patagones para atender a los necesitados. En la zona se extendió su fama de santo enfermero.