Al recibir este martes a los miembros de la Congregación para la Educación Católica, el Papa Juan Pablo II insistió que la misión de la universidad es la de reconciliar el mundo de la ciencia y la razón con la fe.
El Santo Padre se dirigió a los presentes reunidos con motivo del 25º Aniversario de la Constitución Apostólica “Sapientia Christiana” referida a la autoridad de enseñanza que tiene la Iglesia católica en el mundo universitario.
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Al respecto, el Pontífice recordó la vocación de las universidades y facultades eclesiásticas es “hacer todo lo posible para unir el mundo de la ciencia y de la cultura a la verdad de la fe, para hacer descubrir el orden salvífico del plan divino en la realidad de este mundo”.
Tras manifestar su alegría por la atención prestada en estos últimos años “a la bioética, a los estudios islámicos, a la movilidad humana”, el Papa alentó las iniciativas para “profundizar en los lazos existentes entre la Revelación divina y las áreas siempre nuevas del saber en la realidad actual”.
El Santo Padre se refirió a la misión de las universidades y facultades eclesiásticas de cultivar el interés por los temas relacionados con “la tutela de la dignidad personal, la defensa de los débiles y de los marginados, el respeto de la naturaleza, el rechazo de la violencia, la solidaridad mundial”.
“Las instituciones culturales eclesiásticas -continuó- deben acoger, estudiar, aplicar y desarrollar las consecuencias” de las enseñanzas propuestas en las diversas encíclicas que tiene que ver con las relaciones entre fe y razón (“Fides et Ratio”), bien y verdad (“Veritatis splendor”), fe y cultura (“Redemptoris missio”), leyes civiles y ley moral (“Evangelium vitae”), Occidente y Oriente (“Slavorum apostoli”) y Norte y Sur (“Centesimus annus”).
El racionalismo en la universidad
El Papa advirtió que “son bien conocidas las actuales insidias del individualismo, del pragmatismo, del racionalismo, que se extienden hasta en los ambientes que tienen la tarea de formar”.
Ante ello, el Pontífice recordó que los profesores no deben olvidar que la enseñanza es inseparable del empeño por profundizar en la verdad, en particular, en la verdad revelada. Por eso, “no deben separar el rigor de su actividad universitaria de la apertura humilde y disponible a la Palabra de Dios”.
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