El Cardenal Francis Arinze, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, presentó esta mañana en la Santa Sede la “Instrucción Redemptionis Sacramentum. Sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía”, el esperado texto vaticano que regula la celebración de la Misa.
El documento, de 70 páginas, fue elaborado por el dicasterio del Cardenal Arinze y la Congregación para la Doctrina de la Fe. En la presentación, el Purpurado africano explicó que el origen de la instrucción radica en la Encíclica Ecclesia de Eucaristía publicada el año pasado por el Papa Juan Pablo II.
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Al referirse a las normas incluidas en el documento, el Cardenal Arinze explicó que “nadie puede sorprenderse si, con el paso del tiempo, la Santa Madre Iglesia ha desarrollado palabras y acciones y, por lo tanto, directivas para este supremo acto de culto”.
“Las normas Eucarísticas son concebidas para expresar y proteger el misterio Eucarístico, y también para manifestar que es la Iglesia quien celebra este augusto sacrificio y sacramento”, indicó.
La Redemptionis Sacramentum, explicó el Cardenal, subraya que “la conformación externa no es suficiente. La fe, la esperanza y la caridad, que también se manifiestan en actos de solidaridad con los necesitados, son exigidas para participar en la Sagrada Eucaristía”.
Sobre los abusos
El Purpurado advirtió que “una tentación grande, a la que es necesario resistir, es pensar que poner atención a los abusos litúrgicos se trate de una pérdida de tiempo. Alguien escribió que los abusos han existido siempre y siempre existirán y, que por lo tanto, deberíamos limitarnos simplemente a la formación litúrgica positiva y a la celebración”.
Según el Cardenal Arinze, “esta objeción, en parte verdadera, puede inducir al error. No todos los abusos concernientes a la Sagrada Eucaristía tienen la misma importancia. Algunos de ellos amenazan a la validez del sacramento. Otros manifiestan una deficiencia en la fe eucarística. Otros contribuyen a crear confusión entre el pueblo de Dios y a hacer crecer la desacralización de la celebración eucarística. En efecto, ninguno de ellos puede considerarse banal”.
Según el Purpurado, “es indiscutible que la formación litúrgica es necesaria para todos en la Iglesia: ‘es vitalmente necesario’”.