En la catequesis de la Audiencia General de este miércoles 23 de marzo, el Papa Francisco destacó la importancia del testimonio de fe transmitido de los ancianos a los jóvenes, algo que no se encuentra en los libros o en internet.
Ante los fieles presentes en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Santo Padre destacó el ejemplo de Moisés, que entrado en la vejez tuvo la lucidez de proclamar el nombre del Señor y transmitir la herencia de su vida con Dios a las nuevas generaciones.
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Una herencia insustituible
A continuación, el Papa explicó que "una vejez a la cual le es concedida esta lucidez es un don valioso para la próxima generación. La escucha personal y directa del pasaje de la historia de fe vivida, con todos sus altibajos, es insustituible".
El Santo Padre defendió el valor de esta transmisión, y aseguró que no es lo mismo leerlo en los libros o buscarlo en internet, ya que "la narración directa, de persona a persona, tiene tonos y modos de comunicación que ningún otro medio puede sustituir.
El don de la memoria
El Papa lamentó que "en nuestra cultura, tan ´políticamente correcta´, este camino resulta obstaculizado de varias formas: en la familia, en la sociedad, en la misma comunidad cristiana".
"Alguno impone incluso abolir la enseñanza de la historia, como una información superflua sobre mundos que ya no son actuales, que quita recursos al conocimiento del presente", señaló.
El Santo Padre aseguró que "las historias de la vida deben ser transformadas en testimonio, y el testimonio debe ser leal", al mismo tiempo que lamentó "la ideología que doblega la historia a los propios esquemas".
"No es leal la propaganda, que adapta la historia a la promoción del propio grupo; no es leal hacer de la historia un tribunal en el que se condena todo el pasado y se desalienta todo futuro", sentenció.
"Los mismos Evangelios cuentan honestamente la historia bendecida de Jesús sin esconder los errores, las incomprensiones e incluso las traiciones de los discípulos. Esto es testimonio. Este es el don de la memoria que los ancianos de la Iglesia transmiten, desde el inicio, pasándolo de mano en mano a la próxima generación", dijo el Papa Francisco.
Testimonio de la historia real de fe
Asimismo, el Papa destacó que a menudo falta "un conocimiento de la Iglesia que nazca de la escucha y del testimonio de la historia real de la fe y de la vida de la comunidad eclesial, desde el inicio hasta nuestros días".
A continuación, dijo que desde el principio en los itinerarios de catequesis "debería existir también la costumbre de escuchar, de la experiencia vivida de los ancianos, la lúcida confesión de las bendiciones recibidas por Dios, que debemos custodiar, y el leal testimonio de nuestras faltas de fidelidad, que debemos reparar y corregir".
"Los ancianos entran en la tierra prometida, que Dios desea para toda generación, cuando ofrecen a los jóvenes la bella iniciación de su testimonio. Entonces, guiados por el Señor Jesús, ancianos y jóvenes entran juntos en su Reino de vida y de amor", concluyó el Santo Padre.
"Con la guerra se pierde todo"
Antes de concluir la Audiencia General, el Papa Francisco ofreció unos momentos para recordar a las víctimas de la guerra en Ucrania y rezar por "las personas que están solas, que huyen, las personas muertas y heridas y tantos soldados caídos de un lado y de otro".
"Pedimos al Señor de la vida que nos libre de esta muerte de la guerra: con la guerra se pierde todo, todo. En una guerra no hay victoria, todo está derrotado", dijo el Papa.
A continuación pidió que "el Señor envíe su Espíritu para hacernos comprender que la guerra es una derrota de la humanidad" y para que nos libere "de esta necesidad de autodestrucción".
Saludo a los peregrinos de Polonia
Durante los saludos, el Papa Francisco se dirigió a los peregrinos de lengua polaca y les animó a ayunar en esta Cuaresma por todos aquellos que sufren la guerra en primera persona.
"En Polonia, sois testigos de ello acogiendo a los refugiados y escuchando sus historias", señaló el Papa, quien recordó también la jornada especial de oración del próximo viernes 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, y la liturgia penitencial que se celebrará en la Basílica de San Pedro, donde se elevará la invocación a María para que "levante los corazones de quienes están "afligidos por la crueldad de la guerra".