Al recibir en el Vaticano al Capítulo General de los Agustinos Recoletos este 17 de marzo, el Papa Francisco invitó a contemplar la figura de San José y señaló dos enseñanzas del patrono de la Iglesia universal.
En primer lugar, el Santo Padre recordó que "todo consagrado, todo religioso, todo sacerdote está llamado, como José, a tener un corazón de padre".
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En esta línea, el Papa explicó que esto significa tener "un corazón inquieto que se desvela por amar y cuidar a los hijos e hijas que le han sido confiados, especialmente a los más frágiles, a los que sufren, a los que no han tenido experiencia del amor paterno; y los lleva a no descansar hasta que estos hermanos y hermanas nuestros estén en el encuentro con el Señor, y así todos puedan tener una vida abundante".
"No olvidemos que no podemos ser verdaderos padres sin experimentar el ser hijos, hijos del Padre celestial, Él sabe lo que nos hace falta y Él nos llama. No dejemos de acudir a Él cada día con confianza. Él nos escucha, escucha los deseos y necesidades de nuestro corazón, y nos indica el camino a seguir", añadió el Papa.
Luego, el Santo Padre indicó otra característica para aprender de San José: la "valentía creativa".
En este sentido, el Papa reconoció que "no son tiempos fáciles, lo sabemos", como "no lo fueron tampoco para José. Él se fió de Dios, confió plenamente, y ofreció todas sus capacidades, su talento, su habilidad para servirlo. Y Dios se fio de José, y le dio su gracia para poder llevar adelante la misión que le encomendaba".
"Así a nosotros hoy, como en el día de nuestra consagración, nos hará bien llevar al altar todo lo que somos, y dejar que el Señor lo transforme en una 'ofrenda viva, santa y agradable'. Y, después de esta oblación, salir a la misión con confianza, con valentía, con creatividad. Él está con nosotros, camina a nuestro lado y nos ayuda a tomar decisiones", afirmó el Papa.
Asimismo, el Santo Padre abordó el desafío de "todas las diócesis, todas las congregaciones religiosas, pero porque es tan general, no podemos dejarla pasar como si no nos sucediera a nosotros, tenemos que hacernos cargo de lo que nos sucede" que "en cuanto a números, vamos barranca abajo. Y esta es una realidad que no podemos obviar".
Al respecto, el Papa alentó a preparar al laicado para que sigan con "su espiritualidad que es un don de Dios para que la lleven adelante".
"Yo no me atrevo a ser profeta y decir lo que pasará. A mí me inquieta, me preocupa. Confío en el Señor pero también tengo que decir estas cosas: preparémonos para lo que va a pasar, y entreguemos nuestro carisma, nuestro don a quien lo puede llevar adelante", dijo el Papa.
Finalmente, el Santo Padre aconsejó "sigamos con la oración, que el Señor mande vocaciones, pero que también nos prepare para entregar nuestro don cuando seamos menos, a quien pueda colaborar con nosotros".
"El Señor es bueno, nos va a dar la consolación necesaria para tomar esas decisiones. Pedir la gracia de saberlas tomar a tiempo y como quiere el Señor, no como cualquier sociólogo o psicólogo nos pueda decir, no: lo que quiere el Señor", concluyó el Papa, y los alentó a "seguir adelante, con confianza en la promesa del Señor, y para llevar adelante esta misión que Dios nos encomendó".