La Iglesia Católica en Polonia acoge en los últimos días a cientos de miles de refugiados que huyen de la guerra en Ucrania tras la invasión de Rusia.
Se calcula que solo el domingo cien mil personas fueron acogidas por Cáritas Polska, de los más de 300 mil que han llegado hasta Polonia desde Ucrania, invadida por Rusia desde el 24 de febrero.
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Todas las diócesis polacas están comprometidas en esta labor de ayuda y acogida, coordinadas por Cáritas Polska, con la ayuda de universidades, comunidades y otras iniciativas católicas.
En toda Polonia, desde el 27 de febrero y hasta el 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, se realiza una colecta cuyos fondos serán usados para ayudar a los refugiados ucranianos, en respuesta al llamado solidario del 24 de febrero de Mons. Stanislaw Gadecki, presidente del episcopado polaco.
El Prelado y los demás obispos alentaron a los católicos del país a acoger a los refugiados. Los obispos han pedido abrir "hogares, hoteles, casas de retiro y otros lugares donde se pueda ayudar a quienes lo necesiten".
La ayuda económica también se ha enviado ya a Cáritas Ucrania, para poder ayudar a los que sufren a causa de la guerra allá.
También se ha dispuesto ayuda psicológica, especialmente para los niños que se ven más afectados por la guerra.
Los polacos en Ucrania, sacerdotes y religiosos, también ayudan a los locales con medicinas, alimentos y ropa; en diversas parroquias del país.
Entre las universidades que prestan ayuda en Polonia está la John Paul II Catholic University de Lublin, que ofrece alojamiento a más de 100 estudiantes, además de ayuda legal, espiritual y psicológica.
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) ya se ha comprometido con el envío de 1 millón de euros para ayudar a los sacerdotes, religiosos y personas necesitadas en Ucrania.
Otra organización que también trabaja por los refugiados son los Caballeros de Malta en Polonia, quienes tienen un programa para ayudar a estas personas en Ucrania.
El fin de semana, el Arzobispo Adam Szal estuvo en la estación de tren de Przemysl donde recibió personalmente a miles de refugiados, a quienes les aseguró sus constantes oraciones y ayuda solidaria.
El Prelado animó a sus compatriotas polacos a "abrir sus corazones y hogares" a los refugiados ucranianos.