Los decretos que este lunes dio a conocer la Congregación para la Causa de los Santos ha vuelto a sacar a la luz el ejemplo de entereza, sacrificio y entrega de los católicos españoles que durante los tiempos de la persecución religiosa previos a la Guerra Civil Española entregaron su vida por odio a la fe.
La Congregación que preside el Cardenal José Saraiva Martins reconoció la causa de martirio de ocho sacerdotes y una religiosa que serán beatificados próximamente.
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Ellos son los siervos de Dios José Tapies Sirvant, español (1869) y seis compañeros mártires: los españoles Pascual Araguás Guardia (1899), Silvestre Arnau Pascuet (1911), José Boher Foix (1887), Francisco Castell Brenuy (1866), Pedro Martret Moles (1901) y el francés José Juan Perot Juanmartí (1877), todos sacerdotes de la diócesis de Urgel (España), asesinados por odio a la fe durante la persecución religiosa en España (1936); y la Sierva de Dios María de los Ángeles Ginard Martí (1894), española, religiosa de la Congregación de las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico, asesinada por odio a la fe durante la persecución religiosa en Dehesa de la Villa (España), en 1936.
Los sacerdotes, el mayor de ellos de 67 años –el P. Tapies- y el menor de 25, fueron arrestados por los republicanos catalanes en la diócesis de Urgell y fueron asesinados el 13 de agosto de 1936 en Salàs de Pallars, Lérida.
Cuando el P. Tapies pasaba por última vez el 12 de agosto delante de la iglesia de la que había sido coadjutor y organista a lo largo de medio siglo dijo en su natal catalán “Adéu Mare de Déu del Ribera, vinc al cel” (“Adiós Virgen Maria de Ribera, voy al Cielo”).
Antes de fusilarlos, los sacerdotes fueron registrados sin oponer ninguna resistencia y vieron cómo sus rosarios, escapularios y cruces eran rotos y pisoteados.
Al P. Tapies se le exigió que se quitase la sotana; pero él respondió con valentía: “es el uniforme que siempre he llevado con honor y dignidad”.
El P. Araguas quiso hacer los últimos pasos hacia la pequeña subida al cementerio de Salas de Pallars, lugar del asesinato, descalzo, como Jesús subió al Calvario.
El P.Tapies dijo al joven P. Arnau, a quienes los asesinos le ofrecían la vida a cambio de la apostasía: “ya tienes la palma del martirio en las manos, no la dejes escapar”.
Los siete fueron luego colocados en fila y asesinados. Los cadáveres fueron exhumados el 24 de noviembre de 1938 y el 27 se realizó el solemne entierro –junto con otros sacerdotes mártires- en La Pobla de Segur.
En su tumba hoy se puede leer: “Aquí descansan, esperando la resurrección, los restos mortales de diez sacerdotes de la Santa Madre Iglesia que por Cristo y su fe gustosamente derramaron su sangre”.
Sor María de los Ángeles
La Sierva de Dios María de los Ángeles Ginard Martí nació en Lluchmayor, Mallorca, Islas Baleares (España) el 3 de abril de 1894 y fue religiosa de la Congregación de las Hermanas Celadoras del Culto Eucarístico.
La hermana fue asesinada por un grupo de milicianos republicanos que, después de destruir el convento de la congregación en Dehesa de la Villa (Madrid), acudieron en búsqueda de las religiosas a las casas vecinas donde estaban alojadas y protegidas por algunas familias.
En esas circunstancias, la mujer que alojaba a la hermana María de los Ángeles no sólo no la delató sino que, por el contrario, se entregó a manos de los asesinos diciendo que ella era una de las religiosas. Sin embargo, la Hermana se lo impidió al revelar a los milicianos que “la única religiosa que hay en esta casa soy yo”, salvando así la vida de su protectora.
Con toda serenidad, la religiosa pidió a sus captores dejar a la dama el delantal que llevaba puesto, donde tenía escondida una cantidad de dinero que había logrado salvar del convento cuando era administradora de la casa.
Fue asesinada por odio a la fe en la misma localidad madrileña el 26 de agosto de 1936.
Unos cinco años más tarde, el cuerpo de la religiosa -en ese momento aún incorrupto- fue hallado e identificado en una fosa común.
recordada por su contagiante alegría