“Filipinas es realmente un ‘faro’ para la evangelización del continente asiático”, dijo el Papa Juan Pablo II al recibir el lunes por la mañana a la nueva embajadora de la República de Filipinas, Leonida L. Vera.
El Papa recordó que Filipinas “siempre ha mantenido una fe cristiana fuerte” a pesar de los obstáculos y que la experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Manila en 1995 “fue una muestra del deseo nacional de ejercer esta responsabilidad” de preservar los valores patrimoniales y extender los ideales de la cultura cristiana en el mundo.
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Pena de muerte
El Santo Padre habló a continuación del tema de la pena capital, que ha suscitado un intenso debate nacional en Filipinas Al respecto, señaló que “quiero reiterar que la justicia en el mundo de hoy se sirve mejor sin el recurso a la pena de muerte”. “Mientras las sociedades civiles tienen el deber de ser justas, también tienen la obligación de ser clementes”, agregó.
Luego, ante la difusión de la violencia ideológica en Filipinas, el Papa hizo un llamamiento a todas las partes para que “desaparezca el terrorismo, que sigue causando mucho sufrimiento entre la población civil, y acepte el camino del diálogo, que es el único que permite a los pueblos de la región crear una sociedad que garantice la justicia, la paz y la armonía para todos”.
“Solamente se puede construir una sociedad basada en la dignidad humana cuando los que ejercen la autoridad adhieren a los principios del gobierno justo y a la honradez en sus vidas personales y públicas y ofrecen un servicio incondicional a sus ciudadanos para lograr el bien común”, agregó el Santo Padre.
“Los funcionarios tienen por tanto la obligación grave de asegurar que son modelos de comportamiento moral y de hacer lo posible para ayudar a los demás a formar una conciencia recta que evite en todo momento cualquier tipo de chanchullo o corrupción”