Más de 10,000 misioneros que evangelizarán en la Ciudad de Lima de puerta en puerta como parte de la Misión “Remar Mar Adentro”, participaron de la “Misa de Envío” presidida por el Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne en la Catedral de Lima.
La imponente Misa celebrada en el Segundo Domingo de Pascua, marca una nueva etapa del ambicioso plan evangelizador “Remar Mar Adentro” que el Cardenal Cipriani convocó hace más de un año, y que implicó la formación de decenas de miles de misioneros laicos –la mayoría jóvenes- en sus diversas parroquias.
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Durante la homilía, el Primado peruano exhortó a los jóvenes diciéndoles: “¡Juventud sacúdete de ese relativismo moral que quiere corromper desde tu ternura hasta tu madurez¡ ¡Rebélate con el amor de Dios, rebélate con la religión que no quiere que los hombres y mujeres jóvenes sean tratados de cualquier manera!”.
Luego, a los miles de fieles con carteles alusivos a la Gran Misión “Remar Mar Adentro” que abarrotaron la Basílica Catedral, el Purpurado peruano les recordó que fue el mismo Cristo quien pidió predicar el evangelio por todo el mundo. “Hoy renovamos nuestra lealtad al llamado de Cristo. La fuerza del Espíritu Santo no nos faltará, la Iglesia de Lima adquiere un rostro misionero, adquiere la fuerza del Espíritu Santo”.
El Cardenal Cipriani señaló que “es tiempo de salir a las calles, ahora mismo, para llevar la luz de Cristo a los hogares, a los colegios, a las universidades y a todos los rincones donde hombres y mujeres necesitan que alguien les anuncie la Buena Nueva”.
Desafíos
“Hoy tenemos como gran desafío esa aparente contradicción entre la fe y la vida que vivimos. Hoy nos convoca la patria para que la Iglesia le ayude a afirmar una gran identidad cristiana y católica que brota de esa unidad entre la fe que profesamos hoy en la Santa Misa y la fe que profesamos cada día en cada lugar donde uno se encuentra”, agregó el Purpurado
Tras la bendición y la renovación de las promesas bautismales, los misioneros recibieron del Cardenal una cruz de madera que llevarán al pecho y que los identificará como misioneros que llevarán la palabra de Dios a todos, especialmente a “aquellos bautizados que llevan una vida alejada de Cristo y su “Evangelio”.
“Este trabajo –agregó el Purpurado- no supone superioridad, tampoco supone que seamos más perfectos, sino que exige mayor humildad, mayor sencillez. Les pido de su tiempo para que con humildad puedan ser seguidores de Cristo y, les pido también, un esfuerzo constante de conversión: el ejemplo será el mejor misionero”
El Cardenal pidió finalmente esforzarse por llegar a todos los ambientes: “Hemos de hacer de la universidad una escuela de oración, hacer del colegio un templo de oración. Hacer del mercado, hacer del autobús un lugar de evangelización, esto es lo que el Espíritu Santo sopla hoy al enviarlos a todos ustedes”.
"¡A remar mar adentro!", concluyó.