A un año del golpe militar en Myanmar, la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) convocó a una jornada de oración por la paz, y animó a rezar por los fallecidos y miles de desplazados, así como por los sacerdotes que alivian el sufrimiento de su pueblo.
El próximo martes 1 de febrero se cumple un año desde que el ejército de Myanmar tomó el control del país en un golpe militar repentino. Desde entonces, la oficina de derechos humanos de las Naciones Unidas ha denunciado las "graves violaciones de derechos humanos" en el país, que han dejado cientos de fallecidos y miles de desplazados.
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ACN dijo que, desde el inicio del conflicto, la Iglesia Universal está ayudando y acompañando a Myanmar. En enero, la Conferencia Católica de Obispos de Myanmar pidió oraciones y "que se ponga fin a la violencia y se retome el diálogo". También, durante la Bendición Urbi et Orbi en Navidad, el Papa Francisco reiteró su llamado a rezar por el país.
Con motivo de este aniversario, y uniéndose al llamado del Papa Francisco y los obispos de Myanmar, ACN convocó a una jornada de oración como "signo de solidaridad y fraternidad" con las familias que sufrieron la muerte y la enfermedad, y que se vieron obligadas a abandonar sus hogares a causa de la guerra. También, animó a rezar por los sacerdotes que las acompañan.
ACN señaló que "Myanmar es un país en guerra" y que ha sido "un año de terror y sufrimiento", pues "la respuesta de los líderes militares a las manifestaciones masivas en contra del abuso de poder ha sido implacable y brutal".
La fundación recordó que "la masacre de Navidad, que dejó al menos 35 civiles, asesinados, quemados y mutilados en el pueblo de Mo So, en el estado de Kayah", y "los ataques aéreos en el estado de Karen", forzaron "a miles de personas a huir a través de la frontera con Tailandia".
Informó que la violencia se ha intensificado desde mediados de diciembre, en especial, en el sureste del país, debido a que "el final de la temporada de lluvias facilitó los desplazamientos".
Además, recordó que en las últimas semanas, "uno de los principales objetivos de los ataques del ejército fue Loikaw, la capital del estado de Kayah", donde la ola de violencia dejó miles de desplazados, entre ellos, 300 personas que se han refugiado en la catedral local, cuya mayoría son "ancianos, mujeres, personas discapacitadas y niños".
ACN expresó su preocupación, porque en los estados más afectados que son Kachin, Shan, Kayah y Karen, donde "el ejército se ha enfrentado con milicias en áreas marcadas por una historia de conflictos por motivos étnicos", vive una "considerable población cristiana".
La fundación también destacó el gran apoyo de los sacerdotes que acompañan a estas comunidades, independientemente de su etnia o credo, y el drama que también les toca vivir.
ACN indicó que si bien la comunicación "sigue siendo muy difícil" con Kayah, se sabe que en el estado hay "al menos 14 parroquias" abandonadas. Explicó que "muchos sacerdotes y religiosos han acompañado a su pueblo, refugiándose en la selva o en pueblos remotos", y otros "permanecen en pueblos casi desiertos".
En ese sentido, indicó que el objetivo de la jornada es "recordar a los muertos e interceder por la población civil inocente, especialmente por los desplazados internos" más vulnerables de toda etnia y creencias. "Recemos por todos estos miles de desplazados, muchos de ellos en riesgo de morir de hambre", señaló.
La fundación también pidió rezar por la iglesia local, en especial, los sacerdotes, religiosos y religiosas y voluntarios, que arriesgan su vida para ayudar a su pueblo y cuya tarea se complica ante la creciente violencia.
Los sacerdotes deberán "atender a un número cada vez mayor de desplazados internos en los terrenos de las iglesias, la selva o los campamentos", pues "todas las víctimas reciben apoyo, independientemente de su fe", indicó ACN. "Los voluntarios distribuyen alimentos y otras ayudas de emergencia a los necesitados", agregó.
ACN recordó que en una guerra "la gente siente hambre y sed, y no sólo de comida y agua, necesita también de sustento espiritual", que "sigue siendo un gran consuelo" para ellos.
Al respecto, informó que los fieles de Myanmar "no han dejado de practicar su fe", sino que participan en la Santa Misa y reciben la Comunión, "a veces distribuida puerta a puerta".
"Qué alivio deben sentir esas familias cuando, en lugar de un escuadrón armado, abren sus puertas a un sacerdote que, como el Buen Pastor, arriesga su propia vida para visitar a sus fieles", señaló.
En ese sentido, animó a rezar "por todos los sacerdotes, religiosos y catequistas que acompañan a los fieles en su huida de los peligros que amenazan su vida, para proporcionarles acompañamiento pastoral y apoyo sacramental".
"Pedimos a Dios que apoye a todos ellos, para que continúen con su misión de amor y sacrificio por el pueblo, independientemente de su fe, raza y lugar de origen", agregó.
Asimismo, llamó a rezar a Dios "para que mueva los corazones de los que pueden ayudar a las personas que sufren y a los desplazados internos, para que les proporcionen ayuda humanitaria básica".
"Recemos también por el respeto a la vida y por la inviolabilidad de los lugares de culto, hospitales y escuelas", concluyó.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) reportó que desde el 1 de febrero de 2021 hasta el 17 de enero de 2022 se registraron 405.700 desplazados en Myanmar "como consecuencia del conflicto armado y de los disturbios".
Por su parte, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas señaló que el número de habitantes en Myanmar en riesgo de pobreza aumentará a 25 millones durante el año 2022, de los cuales, cerca de 14,4 millones necesitará ayuda humanitaria.