El debate sobre la píldora del día siguiente llegó a Colombia, donde a semejanza de Perú y Chile grupos antinatalistas –con el apoyo de las autoridades sanitarias- quieren incluir este fármaco en los programas de planificación familiar negando su efecto abortivo.
La prensa hace eco de los promotores de la píldora que pretenden ocultar su carácter abortivo aduciendo que solo la Iglesia lo reconoce, táctica repetida en todos los países donde se pretende introducir el fármaco.
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El Ministerio de Protección Social anunció que los gobernadores y alcaldes deberán destinar recursos para comprar la también llamada anticoncepción oral de emergencia (AOE) y distribuirla incluso entre adolescentes.
La organización Profamilia, dedicada a promover la legalización del aborto, está presionando para lograr la inclusión del fármaco con el pretexto de reducir los embarazos precoces y ha logrado el apoyo del viceministro de Salud, Eduardo Alvarado.
Por su parte, el Secretario General del Episcopado Colombiano, Mons. Fabián Marulanda explicó que la Iglesia siempre rechazará este fármaco por ser abortivo, y aseguró que en el clima de "permisividad, relajación y erotismo" de la sociedad actual, resulta equivocado decir a los jóvenes que pueden usar ese método sin advertir sus riesgos.
"No es un anticonceptivo, porque se toma después de haber tenido una relación sexual, en la que pudo haber fecundación del óvulo. Si se ha dado, la píldora impide su implantación, lo que traduce en una técnica abortiva. Llamarla anticonceptivo es una argucia lingüística para no decir lo que en realidad es", explicó Mons. Marulanda.