La Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos (FIAMC) publicó un manifiesto provida del director de la Asociación de Médicos Católicos Italianos (AMCI), doctor Filippo M. Boscia, que rechaza la eutanasia en Italia y recuerda que los médicos no pueden ni deben provocar la muerte de ninguna persona, tampoco la de un enfermo terminal.
En el manifiesto del 18 de enero, titulado "¡El médico está por la vida!", el también profesor universitario se refirió al debate sobre el proyecto de ley de eutanasia en Italia y resaltó que "a los médicos no se les puede asignar la tarea de causar o provocar la muerte".
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En su artículo, el experto reconoce que "el pedido del suicidio asistido o de eutanasia surge, con frecuencia, del rechazo a seguir viviendo en condiciones de precariedad y grave sufrimiento, pero debemos estar muy atentos para no aceptar con facilidad lo deshumano por piedad, la racionalidad deshumana por compasión".
"Es justo reconocer la libertad y la autodeterminación a todas las personas, pero este reconocimiento no deberá y no podrá entrar en conflicto con la libertad, la deontología y sobre todo, con la conciencia del médico", subraya el doctor Boscia.
Este manifiesto es publicado pocos días después de que el sacerdote jesuita y miembro de la Pontificia Academia para la Vida, P. Carlo Casalone, escribió un artículo en la revista La Civiltá Cattolica, en el que defiende el proyecto de ley de eutanasia que se debate actualmente en Italia.
En su artículo titulado "La discusión parlamentaria sobre el suicidio asistido", el sacerdote y experto en bioética señaló que "en la actual discusión cultural y social, le parece a quien escribe que no se debe excluir que el apoyo a este proyecto de ley no contrasta con una responsable persecución del bien común posible".
En su manifiesto, el doctor Boscia resaltó que "se debe asegurar a todos una muerte digna: este es un principio esencial del curar y esta acción, que tiene un valor objetivo, no puede encontrar atajos respecto a prácticas de sostenimiento y acompañamiento del enfermo en las últimas etapas de su vida".
"Creemos firmemente que el suicidio asistido y la eutanasia no pueden incluirse en los deberes profesionales y deontológicos del médico", subrayó el presidente de la AMCI.
"Estas no son opciones terapéuticas posibles ni practicables en la alianza médico-paciente y en la relación de cuidado y confianza: el médico se encontraría en conflicto moral consigo mismo, sobre todo si sus actividades fuesen meras prestaciones técnicas sin valor humano y ético", refirió.
El médico italiano subrayó asimismo que "el sufrimiento del paciente no puede eliminarse a expensas del bien de la vida".
"En el proceso de morir la acción del médico debe ser de acompañamiento, de empatía, de proximidad humana, de compromiso profesional, ciertamente renunciando siempre a terapias desproporcionadas o extraordinarias, inútiles, fútiles y onerosas", explicó.
El doctor Boscia destacó la importancia de los cuidados paliativos para los enfermos terminales, en el marco de la ley 38/2010 que los garantiza de manera homogénea y universal en toda Italia.
En su opinión, los médicos católicos tienen "la obligación de realizar terapias para el dolor y ofrecer cuidados paliativos adecuados, eficaces y completos, sin excluir apodícticamente las sedaciones paliativas profundas y sin provocar nunca actos de abandono, alejamiento o ausencia de atención".
Los médicos católicos, prosiguió, consideran que "es un impedimento grave para ellos administrar drogas con fines eutanásicos o para secundar voluntades suicidas".
"Quien ejerce el difícil arte médico no puede elegir entre dejar vivir o dejar morir; y en esto el médico no tiene alternativa: la única opción que puede ejercer es, siempre y en todo caso, por la vida y a favor de la vida, porque es su conciencia la que se lo exige y su profesión la que lo obliga a ello".
El presidente de la AMCI indicó además que "la introducción de la despenalización de acciones específicas de eutanasia en nuestro ordenamiento jurídico no entusiasma a los médicos, al contrario, se cree que puede comprometer los fundamentos mismos de la democracia y el bien común y alterar los principios de solidaridad y justicia reservados para las personas más frágiles".
"Insistimos en que el Estado nunca niegue formas de asistencia y protección a los enfermos crónicos, ancianos, discapacitados, enfermos mentales, etc., al apoyar formas de eutanasia social o selección de los frágiles y débiles", agregó.
"En el caso de una ley intrínsecamente injusta" como la de la eutanasia, "el médico tendrá siempre el deber de obedecer a su conciencia profesional", concluyó.