Santa Anisia, virgen y mártir, fue una joven que vivió entre el siglo III e inicios del IV. Nació en Salónica, Tesalia (Grecia) en el año 284.
Comunión de bienes
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Siendo todavía muy joven, quedó huérfana de padre y madre, razón por la que repentinamente heredó una gran fortuna. Anisia, quien había abrazado la fe cristiana, dispuso de sus bienes de acuerdo a la caridad, y se dedicó a ayudar a la gente necesitada.
En aquellos tiempos, los cristianos compartían habitualmente sus posesiones con otros miembros de la Iglesia, o simplemente renunciaban a estas entregándoselas al obispo o diácono local.
Víctima de la persecución
En los días del gobernador Ducisio se desató una cruel persecución en Tesalónica. El objetivo una vez más era impedir que los cristianos se reúnan y celebren la sagrada eucaristía; o que se administren los sacramentos en general, particularmente el bautismo.
Los romanos -de acuerdo a su estructura de poder- veían con extrañeza y repugnancia que alguien se hiciera cristiano, adorador de un Dios muerto en cruz como un criminal.
Una respuesta sin titubeos
Para edificación de los cristianos de hoy, la tradición conserva el relato del martirio de Anisia. Corría un día cualquiera del año 304, tras cumplir con sus deberes en el hogar, la joven se dirigió al lugar donde se reunía la comunidad cristiana para celebrar la Eucaristía. De pronto fue interceptada por uno de los guardias del emperador, quien le cerró el paso y le preguntó a dónde se dirigía.
La santa confesó valientemente que era cristiana y que estaba camino a reunirse con sus ‘hermanos’ para participar del sacrificio eucarístico. La firmeza con la que había respondido Anisia provocó la ira del guardia, quien decidió arrastrarla al templo pagano más cercano y forzarla a que adore a los dioses.
Como Anisia se negó, el soldado la golpeó y le arrancó el velo -signo de sus votos de castidad y pobreza). La muchacha respondió a la afrenta escupiendo la armadura del soldado, quien con frialdad desenvainó su espada y le asestó un corte mortal. Anisia tenía 19 años.
Epílogo
Muchos años después del sacrificio de Anisia, vuelta la paz a Tesalónica tras el Edicto de Milán (313), los cristianos de aquella región construyeron un oratorio en el lugar donde la joven virgen había sido asesinada.