Este miércoles 16 de diciembre la sangre de San Genaro, que se custodia en una capilla de la Catedral de Nápoles (Italia) no se licuó, pero los fieles rezan para que se repita el milagro.
La sangre de San Genaro, que se conserva sólida en un relicario, se suele licuar tres veces al año: el primer domingo de mayo, el 19 de septiembre (fiesta de San Genaro) y el 16 de diciembre, en memoria del milagro producido por la intercesión de San Genaro que evitó una catástrofe tras la erupción del volcán Vesubio en 1631.
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Según informa un medio local, el abad de la Capilla de San Genaro en la Catedral, Mons. Vincenzo De Gregorio, abrió la caja fuerte con la reliquia del santo alrededor de las 9:00 a.m. y la sangre estaba totalmente sólida.
El relicario se colocó en el altar al final de la Misa y se quedará allí durante todo el día a la espera de que pueda repetirse el milagro de la licuefacción.
De lo contrario, sería el segundo año consecutivo que no se repite el milagro en diciembre, ya que tampoco ocurrió en 2020.
Sin embargo, el milagro de la licuefacción de la sangre de San Genaro sí ocurrió este año en mayo y el 19 de septiembre.
En 2020, Mons. De Gregorio explicó que de las tres fechas en que se suele licuar la sangre de San Genaro, el 16 de diciembre es cuando con más frecuencia esto no ocurre.
"El 16 de diciembre normalmente es así, no se licúa al momento. Incluso, con retraso, se puede licuar en la jornada siguiente", dijo entonces Mons. De Gregorio.
En diciembre de 2016 tampoco se produjo el milagro, lo cual provocó cierta preocupación entre los fieles. Aunque el hecho de que no se licúe se suele interpretar como el anuncio de un desastre, este no siempre ocurre.
De hecho, el proceso no siempre se produce del mismo modo: a veces la licuefacción tarda varias horas, o incluso días. En otras, como en 2018, el milagro se produce antes de la celebración litúrgica, y en otras ocasiones, por motivos desconocidos, la sangre no se licúa.
El mismo Papa Francisco fue testigo del milagro en marzo de 2015. En aquella ocasión, la sangre se licuó delante de la mirada del mismo Santo Padre.
Se trata de un hecho extraordinario que también se produjo en 1848 delante del Papa Pío IX. El milagro, en cambio, no sucedió durante las visitas de San Juan Pablo II en 1979, ni de Benedicto XVI en 2007.
El martirio de San Genaro
San Genaro, patrono de Nápoles, fue Obispo de Benevento. Durante la persecución contra los cristianos fue hecho prisionero junto a sus compañeros y sometido a terribles torturas. Un día, él y sus amigos fueron arrojados a los leones, pero las bestias solo rugieron sin acercárseles.
Entonces fueron tildados de usar magia y condenados a morir decapitados cerca de Pozzuoli, donde también fueron enterrados. Esto sucedió aproximadamente en el año 305.
Las reliquias de San Genaro fueron trasladadas a diferentes lugares hasta que finalmente llegaron a Nápoles en 1497.